Por Sergio Dantí
La cicuta es una planta de extraños efectos, y Sócrates, luego de beberla entró en una especie de estado cataléptico. Sus fieles discípulos lo llevaron a lo alto del las nieves eternas del Himalaya, para que nadie lo encontrara, esperando que en alguna nueva era el pobre desgraciado se desglaciara.
Pues parece que con los calentamientos globales actuales, se descongeló y me lo encontré en una carretera cerca de Badalona, adonde había llegado haciendo auto-stop.
Esa misma mañana tomé un curso intensivo de griego clásico para así comunicarnos. Ahora estoy esperando alguna pequeña subvención para ponerle una escuela. Mientras tanto, para que practique, le he conseguido dos discípulos, con los que habla mientras yo voy grabando.
Y estas son algunas de las conversaciones que hemos ido manteniendo en estos días. Las transcribo porque, aunque adolezcan de una cierta inocencia, adolezcan de una cierta pureza, adolezcan de una cierta mirada nueva ... en fin, aunque puedan parecer adolescentes de todo, son interesantes.
DIÁLOGO XXIII: EL COMERCIO FLORECIENTE
Hallábanse Pregúntocles y Mamertonio discutiendo cuando acertó a pasar Sócrates. Al notar su presencia, cesaron su discusión y Pregúntocles interpeló así a Sócrates
Pregúntocles: Maestro ¿Porqué se permite el libre paso y entrada de los capitales a todos los países del mundo, y se aboga por ello en todos los foros y se define a nuestra sociedad como la del libre comercio, y, sin embargo, se prohíbe la libre circulación de las personas...? . ¿Es que los capitales son buenos y las personas son malas?
Mamertonio: Eso no requiere ni un pensamiento del Maestro, amigo: todo el mundo sabe que los capitales son buenos, puesto que generan puestos de trabajo, enriquecen a la población, inyectan vida en los países que no los tienen..
.
Sócrates les miró fijamente y dijo: Os haré algunas preguntas interesantes. Contestadme desde vuestra opinión más sincera: ¿De donde vienen los capitales? -
Mamertonio: De los países más ricos.
Sócrates:¿Quiénes los movilizan?
Mamertonio: Los propios dueños de esos capitales, que deciden invertirlos en otros países
Sócrates:¿Qué les mueve?
Mamertonio: La iniciativa de sus empresarios, inquietos, poderosos, activos.
Sócrates:¿Ganan dinero al mudarse capitales a otros países, en lugar de quedarse en el que están?
Pregúntocles: Sí, si no, no se moverían
Sócrates: Por consiguiente, ¿Podríamos decir que alguna de las empresas que exporta capitales a los países más pobres, lo hace con la intención de perder dichos capitales?
Mamertonio: No, Maestro. Si así fuera, los ejecutivos responsables serían destituidos y sumergidos en el oprobio y la vergüenza.
Sócrates:¿Y podríamos afirmar que alguna de las empresas que crean trabajo en otros países más pobres, montan negocios o les ayudan con créditos, pierde dinero?
Pregúntocles: A la vista de los resultados que nos ofrecen, la respuesta es “no”. Ninguna de ellas pierde dinero y nos consta.
Sócrates: Por consiguiente. .. si un país mueve sus capitales hacia otro: ¿lo hace con la intención de perder dinero?
Pregúntocles: No, ya lo dijimos: no lo hacen para perderlos.
Sócrates: Por consiguiente: ¿podemos decir que piensa ganar dinero, o sea, retirar más capital del que ha puesto?
Mamertonio: Sí. Las empresas se mueven para ganar dinero.
Sócrates: ¿Y que pasa cuando en un país pobre, entra un capital grande y se lleva otro capital aún más grande: el país se vuelve más rico o más pobre?
Pregúntocles: El país se empobrece aún más
Sócrates: Entonces: ¿Podemos decir que la entrada de capitales de las grandes empresas en algún país es para beneficiarlo?
Mamertonio: No, evidentemente, no, Sócrates.
Sócrates:¿Y es lícito decir que la entrada de capitales en los países más pobres les perjudica, pues tras dicha entrada de capitales aún serán más pobres?
Mamertonio: Desde luego Sócrates, es lo más verdadero que has dicho.
Sócrates: Pues esto que hoy os parece tan sensato y verdadero, dentro de dos mil seiscientos años de evolución de la humanidad, aún no lo habrán comprendido los hombres, e, inclusive, los gobiernos y educadores repetirán la idea de que la entrada de capitales de los países ricos en los países pobres, es muy buena para estos últimos.
Mamertonio: Pero habrá sabios inteligentísimos en esa época tan evolucionada, y ellos no lo creerán, verdad?
Sócrates: A fe mía, Mamertonio, que seguirán creyendo semejantes mentiras.
Mamertonio: Es la hostia!! Vaya evolución la de este mundo.
17 de febrero de 2008
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