Evito Morales, Aymara
por Mario Rabey
14 de septiembre de 2008
El campesinado boliviano es básicamente un campesinado andino aymara y kechua -aunque hay muchos campesinos indígenas y mestizos en las tierras bajas también-. Como tal, su historia (etno-cultural, social, económica, política, ideológica y religiosa) tiene una profundidad que antecede largamente a las formaciones imperiales en los Andes sur-centrales (post-Conquista y pre-Conquista). Son identidades que se vienen constituyendo bastante antes del Tawantinsuyo (los Inka), incluso antes que Tiawanaku (los reinos o señoríos aymara pre-Inka).
Claro está que se trata de identidades que se han venido construyendo en la historia y se siguen construyendo en la actualidad. Esa es la base de su resistencia (en el sentido de construcción contra-hegemónica).
La construcción identitaria incluye fuertes aspectos económicos. Es muy prolemático hablar de "clase obrera" en Bolivia. De hecho, los obreros paceños, orureños y cochabambinos fueron precedidos, en su construcción histórica, por un artesanado de origen e identificación claramente étnica, que usaba al mismo tiempo discursos ideológicos traídos de Europa. Tal el caso por ejemplo, el movimiento libertario (anarquista) aymara, de la primera mitad del siglo XX, estudiado magistralmente por Silvia Rivera Cusicanqui (autora del importante libro Oprimidos pero no vencidos, escrito hace unos 25 años). Campesinos asentados en las ciudades, pero manteniendo su base rural, agraria y campesina.
Por otra parte, están los mineros, con una historia larga, que proviene de tiempos pre-coloniales, transita por la mita minera en la Colonia, y luego por el pirquineo (minería individual, familiar o grupal, de extracción para la venta a acopiadores fabricantes de metal), hasta la constitución de empresas -por los "barones del estaño", Patiño, Hostchild y Aramayo-, en las décadas del 20-30 del siglo XX, la nacionalización MNRista de la década del 50 y las privatizaciones neoliberales. Pero los mineros, pese a su constitución como sujeto político (uno de los grandes líderes del MNR fue el dirigente sindical minero Juan Lechín), nunca llegaron a conformar una clase social completamente definida y delimitada. Por el contrario, fueron siempre campesinos pertenecientes a pueblos originarios, con trabajo en las minas. Este tema fue desarrollado por diversos autores: Tristan Platt en Bolivia, Merlino y Rabey en Argentina.
El acceso a recursos salariales urbanos y mineros y a otros ingresos relacionados (comerciales y de servicios) formó y sigue formando parte de lo que algunos hemos llamado estrategia campesina indígena andina, o más ampliamente racionalidad andina. Hay una vasta bibliografía sobre este tema, empezando por el notable modelo de estrategia de control vertical en tiempos del Imperio Inka, a escala estatal y a escala campesina, un modelo producido hace más de cuarenta años por el etnohistoriador rumano (anarquista, peleó en la Guerrra Civil española), afincado en los USofNA y perseguido por MacCarthy, John W. Murra. Sobre racioanlidad campesina en los Andes de la zona de frontera entre Bolivia, Chile y Argentina, publiqué con dos colegas un trabajo bastante extenso y amplio en la Revista Andina, del Cusco.
Es ese núcleo identitario, incluyendo un manejo económico complejo y estratégico, lo que ha dado poder, y persistencia a las etnias y comunidades indígeno-campesinas, y les ha permitido resistir, y seguir construyendo un programa político, como el liderado actualmente por Evo (Evito, como le decía su mamá) Morales.
"Volveré y seré millones" dicen que dijo Tupac Katari -el líder rebelde aymara del altiplano paceño, cuando la corona española lo apresó, lo torturó, y lo descuartizó a fines del siglo XIX.
Lo mismo dicen que dijo Evita Perón.
No es coincidencia que hoy el que habla sea Evito Morales, aymara.
15 de septiembre de 2008
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