Editor: Mario Rabey

28 de mayo de 2008

Columnista Invitado: Daniel Chango Illanes

a cara 'e perro

En un match clásico se enfrentan, ahora con mayor virulencia, dos grandes bloques históricos de cierta antigüedad.

Ambos tienen su lógica, su historia y su estilo: el 'campo' no es otra cosa que el antiguo proyecto del 80 y del granero del mundo, totalmente remozado y hasta modernizado tecnológica y socialmente. El otro es el bloque surgido en el 45, con pretensión industrial populista, y con un intento de constitución de un nuevo Estado. Ambos se constituyeron y se destituyeron mutuamente. Ambos tuvieron y tienen hoy una honda disputa por la hegemonía.

Si el conflicto es corto, sobrevendrá un pacto que legitimará un sometimiento negociado y una sola posición hegemónica. Ninguno de los dos acepta reducirse a segundo. Por eso el enfrentamiento puede ser largo, y si lo es, puede engendrar, como efecto no esperado por ambos empecinamientos, un nuevo bloque histórico que constituya una nueva hegemonía. Depende del tiempo, es decir de la historia.
El PJ se ha negado a sí mismo varias veces, se ha travestido incluso de liberal. El campo negoció siempre su permanencia en el sector dominante con golpes de todo tipo y con acuerdos a veces viles con la industria y con el industrial populismo. Ambos armaron casi todos los enredos fiscales y financieros de que se tenga memoria. Ninguno de los dos bloques está limpio. Aclaremos que nadie se mete en la lucha por el poder para mantenerse limpio.

Los dos vuelven su mirada hacia lo profundo de sí mismos. El PJ dice: 'Frente a los agoreros y golpistas que pretenden detener los cambios como en el '30 el'.55 y el '76 y otros golpes; desde el Partido Justicialista asumimos el desafío de construir una nueva Argentina y luchar por lo que nos falta, poniendo todo lo que nos sobra: coraje y energía porque la Patria somos todos'. Y agrega: 'En su intento por constituirse en un partido agrario de oposición política, los pretendidos dirigentes rurales insisten en su rechazo a modelo, insistiendo en que quieren ir más allá de las retenciones, agraviando, descalificando, buscando imponer y no dialogar'. El 'campo' responde poniendo en marcha nuevamente el lockout: cesará la comercialización de granos para exportación desde las 0 horas del miércoles 28 de mayo. A las 0 horas del jueves 29 dejarán de vender hacienda vacuna. Y harán movilizaciones en las provincias. No cortarán las rutas. No habrá carne para faena. Esperan que la gente le eche la culpa al gobierno.

El gobierno espera que la gente les eche la culpa a los del campo. Vamos a ver cómo lo sintoniza la sociedad, cómo y hasta dónde jugará lo mediático. Este lockout durará hasta el lunes 2 de junio. Desde ahí habrá 'campamentos' en las plazas de los pueblos. La deliberación del campo llevó 7 horas. Fue la respuesta al documento del PJ. En el documento leído por Llambías, dice: 'una vez más, el gobierno nacional, tal como lo hace todo aquel que busca cualquier justificativo para no sentarse a dialogar y resolver un conflicto, vuelve a dilatar, como lo ha hecho durante todo el diferendo, las soluciones. Esta vez el pretexto es el tono de los discursos pronunciado en la fiesta cívica donde más de 300.000 personas del campo y la ciudad, legitimaron en Rosario nuestro justo reclamo'. El campo envió notas a Bergoglio, a Fellner, a Mondino, a Lorenzetti, y a Julio Cobos, para que intervengan pidiendo la reiniciación del diálogo...

Pero hay una soguita del gobierno lanzada hacia el campo, cuando se dice que se podrían discutir la conformación de la curva de la retenciones cuando lleguen a 600 dólares la tonelada y se cobre como retención 49,5%... El 9 de junio, el campo recurrirá al Congreso. Habrá acciones de masa y de aparatos de los dos lados.
Empezó.

Hace unos días mandé a la 66 un comentario en el que advertía sobre personajes ligados a grandes intereses (Urquía en el bando de las retenciones, Elsztain en el bando de los mercados de futuros). Luego sugerí volver sobre aquellos grandes temas de Antonio Gramsci que son fundamentales hoy: la cuestión del bloque histórico y la hegemonía. Habría que agregar un punto central a la reflexión sobre la crisis, el papel de los intelectuales. Ya hubo un pronunciamiento sobre la crisis, al que hemos adherido algunos de la 66. El tema es, creo, nuevo, y exige por lo menos advertirlo para poderlo pensar.

Yo no miro esto con pesimismo. Veo por delante un debate activo. Veo altisonancias, sí, pero veo también un gobierno bastante democrático: 80 días sin ninguna represión. 80 días con una piña y media (una en Plaza de Mayo y media en Gualeguaychú). Jamás pasó esto en la Argentina. Quizá sea otro privilegio del campo o de Gualeguaychú en su lucha contra Botnia, porque en otros casos, siempre algún juez mandó desalojar.

Yo prefiero al gobierno y al movimiento nacional con un rumbo orientado a la recomposición de la Nación en una inserción en Latinoamerica y no tanto en un mero contexto continental. Pero, creo, para eso hace falta avanzar hacia otro bloque histórico y desde abajo. Y habrá que hacer un programa que no tenga la limitación del kirchnerismo consistente en creer que 'hay capitalismo para rato'. Ni eso, ni la especulación rentística inmobiliaria de la cajita feliz de la renta agraria. Ni un movimiento populista capitalista para los Eskenazi y los Cristóbal López asociados a las transnacionales, ni un regreso a un movimiento populista agrario neoconservador con un cóctel de discursos, tipo antiguo casette grabado por encimita, tipo Buzzi (aunque se pueden tomar de él algunas que otras cosas aisladas).

Lo que quiero es que esta crisis sea todo lo larga que tenga que ser para que venga lo nuevo que supere a ambos contendientes. Algo que se base en otras ideas y otros destinos. Algo que proponga un camino más socializante del movimiento nacional. Le agradezco con afecto y profundo sentimiento a los Kirchner su política de derechos humanos y su acercamiento a Chávez y a Evo, pero quiero una reforma agraria acá, quiero una YPF nuestra y no de Repsol ni de Eskenazi, no admito que enfrentemos a Botnia y dejemos a la Barrick depredando el agua, la tierra y el aire.

Me animo a profetizar, aunque después me tenga que comer el papelón, pero veo que el campo va a ser derrotado y que no habrá pacto en el bicentenario, sino transformación que supere históricamente las perversas nostalgias gorilas y las rutinas patronal populistas.

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