Editor: Mario Rabey

12 de febrero de 2011

Los Dueños de la Tierra (David Viñas, adaptado por Dante Ginevra y Juan Carlos Kreimer)

reseñado por Andrés Accorsi
publicado originalmente en su formidable blog de reseñas de historietas
365 Comics por Año



Me hubiese gustado estar vivo en 1958, cuando se publicó originalmente esta novela de David Viñas, para ver qué repercusiones generó entre la intelectualidad de esa época. Me gusta imaginarme que habrá armado un lindo kilombo… Básicamente, Los Dueños de la Tierra nos muestra hasta qué punto los paladines del orden institucional y democrático (acá encarnados en la Unión Cívica Radical) fracasan estrepitosamente a la hora de mediar en el conflicto entre los abanderados del capitalismo salvaje (acá representados por los patrones de la producción lanera de Santa Cruz) y los trabajadores que un día se plantean su derecho a no ser explotados en forma voraz y despiadada. A veces, nos dice Viñas, jugar según el reglamento, respetando la letra chiquita del contrato, equivale a condenar al más débil a pagar con sangre cualquier intento por revertir su oprobiosa condición. A veces, agregamos todos los que vimos cómo gobierna la UCR, hay que poner un poco más de huevo.


Con este poderosísimo trasfondo sociopolítico, Los Dueños de la Tierra se puede leer también como una historia de amor difícil, de amor a pesar de todo (como dice un tema de Los Rodríguez) entre Yuda Singer, la anarquista rusa de origen judío, y Vicente Vera, el funcionario porteño enviado a Santa Cruz por el gobierno de Hipólito Yrigoyen para mediar en el conflicto entre estancieros y peones. Por las secuencias “románticas” del libro pasan los mejores diálogos y –lo más interesante- funcionan como refugio de lo impredecible. Porque en todo momento sabés (incluso sin haber leído la novela de Viñas) que la gestión de Vera no va a prosperar y que la rebelión de los laburantes va a terminar mal, con varios fiambres y más injusticia que la que había antes de empezar. No sé por qué, tal vez por el tono del relato, pero este desenlace trágico no sorprende en lo más mínimo. No lo marco como una falencia de Viñas (ni de Juan Carlos Kreimer, encargado de convertir la novela en un guión de historieta) porque probablemente la idea no fuera poner ahí la tensión del lector. Pero lo cierto es que uno nunca espera ningún final que no sea el peor final posible, y si pasan cosas sorprendentes e impredecibles, pasan en la relación entre Yuda y Vicente, no en otro lado.

La adaptación de la novela a la historieta está bien lograda. No hay una preponderancia asfixiante de los textos (como pasa muchas veces en las adaptaciones), sino que vemos un generoso despliegue de muchísimos recursos 100% historietísticos: onomatopeyas, globos de pensamiento, secuencias mudas, splash pages, grillas de 9 cuadros, un grafismo distinto para ilustrar los flashbacks, viñetas sin bordes... Si no sabés que originalmente era una novela, te comés mansito que esto fue pensado desde el vamos para ser una historieta. La labor de Kreimer en ese sentido es encomiable.

Pero claro, corrió con el caballo del comisario, porque el encargado de convertir esta novela y este guión en una novela GRAFICA, no fue otro que Dante Ginevra, uno de los mejores historietistas que tiene hoy nuestro país. Fino, preciso, infalible, Ginevra le entró a Los Dueños de la Tierra con los tapones de punta. Trabajó con un claroscuro fuerte, vigoroso, con manchas y trazos de gran expresividad, y después agregó grises, para enfatizar climas, iluminaciones, detalles, sensaciones. Además dejó la vida en cada decorado, en cada auto y vestido de los años ´20 y logró darle identidad y rasgos propios a un montón de personajes parecidos entre sí. Ginevra no necesitaba un trabajo consagratorio, porque ya estaba consagrado hacía años. Pero se dio cuenta de que Los Dueños de la Tierra va a ser leído por gente que no conoce su trabajo en la Fierro, ni en Historietas Reales, ni mucho menos en su época en La Productora, y de nuevo puso todo, de nuevo fue a rendir examen y de nuevo se sacó un 10. Grossísimo.

Los Dueños de la Tierra es una historia indispensable. En 1958, decía cosas como “Los diarios viven de los avisos que ponen los empresarios, por eso dan la información que a estos les conviene. Si el gobierno y los empresarios tienen distintos intereses, los diarios no dudarán en desprestigiar al gobierno”. Si (como yo) nunca leíste la novela, esta versión es una gran oportunidad para entrar en contacto con el desgarrador relato de Viñas. Un relato que hablaba del pasado, pero que (como El Eternauta, que se publicaba al mismo tiempo) resultó profético, porque en 1989 y 2001 también vimos a los paladines del orden institucional y democrático dando lástima a la hora de confrontar con los grandes grupos económicos para frenar el desangre y la miseria a la que estos decidieron someter a la mayoría de los argentinos.

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