por Mario Rabey
Hasta hace quinientos años, las tierras pampeanas y chaqueñas no tenían propietario y su usufructo era relativamente libre. Con la inclusión de la mayor parte de Sudamérica en el Imperio español, la tierra se hizo propiedad de la Corona y luego de su heredero, el Estado argentino en formación (y sus estados subnacionales: las provincias), pero el usufructo de esas tierras permaneció en disponibilidad de quien tuviera fuerza, astucia y habilidad para controlarla. Recién entre 1826 (Rivadavia) y 1890 (luego de las campañas militares de Roca y Victorica), las tierras más fértiles de América del Sur fueron privatizadas ... repartiéndolas entre los integrantes de la élite gobernante.
Veamos la secuencia con un poco más de detalle.
Hace 500 años no había Argentina en Argentina .... ni siquiera había europeos. La tierra no tenía dueños. En la región Andina y en lo que hoy es el oriente de Paraguay y algunos corredores fluviales adyacentes, dos grandes conjuntos de culturas (los pueblos de los Andes -Quechua, Aymara y otros-) y los Guaraní, respectivamente, practicaban agriculturas (y en el caso de los Andes, también ganadería), sobre la base del control comunal sobre la tierra y el agua. En la planicies del Chaco y de la Pampa, un conjunto de pueblos relativamente nómadas vivían principalmente de la caza y, sobre todo en el Chaco, la pesca y la recolección. Eran sociedades y culturas integradas y completas, con su cosmovisión, su arte, su economía, su organización política
Hace 400 años, la Corona española, con la activa participación del Papa a través de sus Bulas, se estaba auto-declarando dueña de todas las tierras de sus colonias americanas, mientras lentamente iba consolidando su control político, económico e ideológico, especialmente en las tierras habitadas por pueblos agrícolas. Un puñado de "ciudades" (aldeas en cuadrícula con cabildo e iglesia) marcaban la presencia del imperio español ... y se ocupaban de explotar a los indígenas cultivadores que habitaban en las tierras áridas culturalizadas (entre otras formas, a través de sofisticados sistemas de riego) por sus antepasados, en el hoy noroeste argentino. En la región de llanuras templadas, una aldea menor, Buenos Aires, también con Cabildo e Iglesia, hacía de puerto: principalmente para el contrabando. En las inmensas llanuras, las vacas y caballos que se habían escapado a los españoles invasores, se estaban "acimarronando", y reproduciendo muy rápidamente.
Hace 300 años, el dominio de la Corona Española se había consolidado en parte del espacio colonial, con varias excepciones, algunas de las cuales en pleno territorio actualmente argentino: la región Chaqueña, ¡la región Pampeana! y la Patagonia. Las "ciudades" seguían siendo aldeas, los indígenas del noroeste seguían siendo explotados y Buenos Aires seguía contrabandeando. En las llanuras, ya había una inmensa cantidad de vacunos y equinos "cimarrones" (asilvestrados), que funcionaban como fauna silvestre y atraían a pobladores de toda la región. Atraían a los propios indígenas originarios, a los Tehuelches (Gününa Kenna) de la Patagonia y a los Araucanos (Mapuche) del otro lado de la cordillera, que se escapaban de la dominación y explotación colonial, abandonando su antigua y sofisticada cultura agrícola. También se agregaba una numerosa población mestiza, autodefinida como "cristiana": los "gauchos". Todos, convertidos en capturadores de equinos (para montar) y de vacunos, para obtener sus cueros y venderlos, con destino al mercado mundial. Y, por, supuesto, para obtener carne para alimentarse, de la cual quedaba desaprovechada tanta, que alimentaba también a una gigantesca cantidad de perros acimarronados.
Hace 200 años, con un Virreinato gobernado desde Buenos Aires y en vísperas de la Independencia, la situación no había cambiado mucho. Solamente algunas tierras de las super-fértiles llanuras templadas y húmedas de América del sur habían sido objeto de apropiación privada (aunque con títulos bastante precarios por cierto) y explotación económica más o menos organizada. Buenos Aires era la capital de un Virreinato, pomposo nombre para una entidad administrativa que controlaba un territorio muy vasto. Pero era un territorio muy escasamente poblado, con dos excepciones: (1) la región andina, incluyendo el hoy noroeste Argentino y la actual Bolivia; (2) el oriente de Paraguay. Estas dos regiones estaban habitadas entonces (y el mundo andino todavía lo está) por industriosas poblaciones indígenas, con la paraguaya en rápida mestización, conservando su lengua madre -el guaraní-, hasta ahora. Una gigantesca porción del Virreinato, integrada por la casi totalidad de la región pampeana, toda la Patagonia y todo el Gran Chaco estaba en manos de indígenas principalmente cazadores y recolectores, y completamente al margen de la administración estatal. Tanto en el Gran Chaco como en Pampa-Patagonia, se estaban conformando importantes jefaturas étnicas. En las planicies cercanas a Buenos Aires, hasta el río Salado, se habían formado unas llamadas "estancias", donde el ganado cimarrón era manejado en rodeos que permitían luego su arreo hasta "mataderos" ubicados en diversos lugares, donde los animales eran sacrificados, se separaba el cuero de la carne. El primero se enviaba a la exportación, someramente curtido. La carne era procesada en "saladeros", convirtiéndola en "charqui" o "tasajo", destinado a la exportación hacia los países que manejaban mano de obra esclava, a la cual se proveía de proteínas a través de este recurso abundante y barato. La mayor parte de la tierra, en todo el territorio virreinal, pertenecía a la Corona española. La revolución independentista sudamericana, en pocos años tuvo como consecuencia la conformación de nuevos Estados Nación independientes, que heredaron la propiedad de la Corona española sobre la tierra.
Hace 100 años, prácticamente toda la tierra había sido apropiada por el Estado Nacional (luego de conquistársela a los pueblos originarios, en guerras de conquista y saqueos neocoloniales cuyas secuencias principales sucedieron entre 1870 y 1890). Y no solamente apropiada: había sido distribuida, prácticamente regalada, entre un puñado de familias de integrantes de la élite gobernante de aquella época. La tierra había dejado de ser propiedad del Estado. Se había privatizado principalmente a través del regalo. Sí: del regalo. La tierra más fértil de América del Sur se convirtió en propiedad privada a través del regalo, en su mayoría de grandes extensiones. ¿Quienes la regalaron? Obviamente, los funcionarios del Estado. ¿A quienes la regalaron?: a ellos mismos, a sus parientes, y a otros que compartieron los beneficios con los regalantes.
Y ahora, aquí están los herederos de ese saqueo neocolonial.
La foto, tomada del excelente blog Mate y Sopaipilla, es tan elocuente que no la voy a comentar.
4 comentarios:
Muy buena tu síntesis histórica Mario. Seguramente la vas a poder completar como para hacerla menos esquemática.
De todos modos, es impresionante constatar que la propiedad privada sobre las tierras más ricas de América del Sur tiene poco más de cien años.
Jerónimo
Gracias por el comentario. Trataremos de ir completando, corrigiendo y, en general, mejorando el esquema
Muy bueno Mario. Síntesis y detalles, no es fácil la construcción. Muchas Gracias!!!
Obviamente va a mi Muro.
Síntesis muy valiosa sobre un tema tan poco difundido. La actual situación de la propiedad de la tierra argentina hace (siempre) necesario sacar esta historia de su olvido.
Me lo llevo.
Muchas gracias.
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