por Mario Rabey
En esos días, Cristina Kirchner discutió una caricatura de Sábat.
Estaba pronunciando un discurso ante una multitudinaria concentración popular en Plaza de Mayo. Allí, preguntó: ¿a quién le quieren tapar la boca?
Nadie le podía contestar, porque la boca tapada era la de una caricatura. En realidad, Cristina tampoco estaba interpelando, porque ella no es una caricatura: es la Presidenta de la Nación.
En una secuencia bizarra, en distintos medios de comunicación y otros ámbitos institucionales, emergieron voces a criticar a la Presidente, sosteniendo que Cristina intentaba censurar a los medios y faltarle el respeto al autor de una caricatura.
En esos días, lo encontré a mi hijo Nahuel haciendo lo que yo llamé "unos dibujos". Me dijo que no eran dibujos, sino planos: "planos de robots", "robots para proteger a la Presidenta".
Unos días después, un episodio de la serie Los Simpsons generó un inesperado debate en Argentina. Dirigentes políticos, diputados y otras personalidades de la vida real, pidieron al CONFER que prohibiera la emisión de la tira. El CONFER, con toda seriedad, decidió rechazar el pedido.
Confieso que al principio, pese a la clara pista que me había dado Nahuel Rabey, me tomé las cosas también en serio, realisticamente, y me sentí levemente fastidiado.
Hasta que la Juventud Peronista puso las cosas en su lugar.
Todo sucede en la historieta. Como los robots.
En suma, hay que analizar las ventajas indudables de un programa para historietizar el debate político.
En lugar de traer personajes de historieta -dibujitos- a la vida real -como Hitler en la realidad o Roger Rabbit en la ficción-, será muy sano y creativo que todos nos salgamos de la vida real y entremos en el mundo de la historieta, el animé, la caricatura: en resumen, en el mundo del dibujito. Más sano, más divertido, nadie muere en serio.
23 de abril de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario