Editor: Mario Rabey

12 de julio de 2011

Monseñor Carlos H. Ponce de León, 11 de julio de 1977, PRESENTE

Los uniformados de San Nicolás de los Arroyos te decían "el Obispo Rojo". Rojo era para ellos todo lo que no fuera sumiso a su encapsulado y cipayo pensamiento; lo que no fuera esclavo de su sangrienta dictadura. Te enfrentaste a Suarez Mason, al Tte. Cnel Saint Aman, a todo el I Cuerpo del Ejército; allá en tu querida diócesis de San Nicolás. Eran tiempos difíciles para las sotanas; por las claudicaciones de adentro de tu Iglesia; por las persecuciones a los que, como Mugica, los Palotinos y Angelelli, tuvieron siempre un oído en el Pueblo y el otro en el Evangelio. Después de asistir al entierro de tu compañero Enrique Angelelli, presentiste el final: "Ahora me toca a mí". Reuniste la documentación necesaria para denunciar públicamente a la dictadura y marchaste a Buenos Aires para hacerlo. En el camino te esperaban los hipócritas pretores; los cobardes guardianes del imperio y de la muerte. Fraguaron un accidente automovilístico y te dejaron agonizar, cautivo en una clínica, hasta tu muerte.

El texto anterior está tomado del muro de un amigo de mano de mandioca en facebook.

Pueden encontrar mucha info sobre Ponce de León en el dossier que le dedica el excelente sitio El Ortiba

A continuación, reproducimos los párrafos que le dedica al tema el libro Nunca Más, editado en 1984:



Capítulo II
Víctimas

E. Religiosos (continuación)

El caso del Obispo de San Nicolás de los Arroyos,
Monseñor Doctor Carlos H. Ponce de León


El 11 de julio de 1977 falleció el Obispo de San Nicolás Carlos Ponce de León, también en un sospechoso accidente automovilístico. El prelado se dirigía a la Capital Federal en compañía de su colaborador Víctor Oscar Martínez, con el objeto de llevar documentación a la Nunciatura Apostólica, relativa a la represión ilegal (secuestros y torturas) implementada en la Diócesis de San Nicolás y también en Villa Constitución (Provincia de Santa Fe). Esa documentación involucraba al entonces Gral. Carlos Guillermo C. Suárez Mason jefe del Primer Cuerpo de Ejército), al Coronel Camblor (Jefe del Regimiento de Junín) y más directamente al Teniente Coronel Saint Aman (jefe del Regimiento con asiento en San Nicolás). Cabe señalar que el ex General Suárez Mason fue dado de baja a mediados del año en curso (1984) en razón de no haber comparecido a la citación de la Justicia Militar por las denuncias sobre violación de los derechos humanos que lo indican como responsable, encontrándose actualmente prófugo.

La documentación que el Obispo de San Nicolás llevaba en su poder desapareció sin ser reclamada por el Canciller de la Diócesis, Monseñor Roberto Mancuso, Capellán de la Unidad Carcelaria.

Víctor Martínez recuerda que el Obispo después de asistir al entierro de Monseñor Angelelli, Obispo de La Rioja, había comentado en una reunión: «Ahora me toca a mí».

A consecuencia del choque automovilístico, el Obispo fue conducido a la clínica San Nicolás (en la misma estuvo internado Víctor Martínez) donde falleció horas más tarde como consecuencia de las heridas sufridas. Pudo establecerse que ni al médico de cabecera del prelado le fue permitido ingresar en la sala de terapia intensiva; sólo pudo verlo, antes de morir, su señora madre.

A los pocos días del accidente, Víctor Martínez -que estaba haciendo el servicio militar en la Prefectura de San Nicolás- fue arrestado por orden del Teniente Coronel Saint Aman sufriendo toda clase de vejaciones físicas y psíquicas durante su cautiverio.
«...En ese lugar me golpearon hasta desmayarme. Así durante horas. Luego comenzaron a preguntarme cuáles eran las actividades del Obispo, qué personas lo visitaban, a cuantos extremistas había ocultado». (Testimonio de Víctor Oscar Martínez -Legajo N° 734).

Hacía tiempo que Monseñor Ponce de León era objeto de amenazas.
«...igualmente las amenazas personales que le hacía el Tte. Cnel. Saint Aman: «Tenga cuidado, usted está considerado un Obispo rojo». El mismo jefe militar le había prohibido celebrar misa de campañía en el regimiento "porque allí no entraban los curas comunistas"». (Testimonio de Víctor Oscar Martínez).

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