Editor: Mario Rabey

1 de mayo de 2010

lágrimas de calle


de Celes Pazto

Tus palabras encebollan mis ojos, y en silencio mastico tus capas.

Cada mañana se despierta con el gato arañándole la cara, y le pide a la calle que le lama las heridas.

Las monedas resuenan en los oídos de las manos de los niños, y en su cabeza los mocos hacen sonidos marinos.

La ciudad es tan vacía sin tus ojos, que me desangro los labios gritando tu nombre.

Esa pollerita desalmada vuela al viento cada tarde y manos urgentes de poder le revuelven las entrañas. Un bigote se ríe en su cuello y un suspiro termina entre sus piernas. Junta las monedas en el piso quebrado de una vieja avenida de buenos barrios.

Se reacomoda el cuerpo buscando alimento para el alma y sola recuerda los colores que antes veía, el gris raspa tanto las rodillas…

Camina a su cama, duerme de espalda a las estrellas, ningún gato araña su cara, ni tus ojos la encuentran de mañana… la patada de la calle le pega en el estomago, la levanta, para otro día en la bella vida de la gran ciudad.

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