Publicado en Diario Libre de San Juan, 26/03/08
Hace 14 días que los productores agropecuarios de la Argentina cortan rutas, y prefieren perder su producción a llevarla al mercado interno, porque en definitiva, se trata de esto.
El perjudicado entre comillas y paréntesis es el productor agro-exportador, las retenciones operan sobre ese sector, ningún otro. Y más que nada se trata de los productores de grano. ¿Hace cuánto que no ven en el mercado aceite de soja? Pues pregúntele a su agroexportador amigo, ese que anda caceroleando por ahí, y él le dirá que la mayor parte de la producción de granos se va al exterior.
Por obra y gracia de espíritus no tan sanctos (desde la dictadura de Onganía para adelante), el Estado argentino ha quedado sin instrumentos de planificación económica y financiera.
Uno de los pocos que quedan son las retenciones. ¿Por qué? porque si se apelara a los controles de precios más estrictos, habría desabastecimiento, como nos tiene acostumbrados desde hace largo tiempo la cadena de comercialización. Apenas aparece en el horizonte medio intento de regulación, las góndolas se vacían automáticamente.
Y por qué hablamos de los controles de precios ahora, pues por el público y notorio aumento de los precios, que sólo con el aumento de las retenciones ha conseguido frenarse, porque si fuera por los productores agroexportadores, Sra., Sr. de clase media, estaríamos pagando en dólares los productos de la canasta básica. Ellos no le tienen piedad a sus bolsillos, como no la tienen los comerciantes, que vienen con la maquinita para remarcar humeante y contra ellos, la clase media argentina no se manifiesta.
Quién puede sostener un paro 14 días sin vender nada, sin cosechar nada, sólo aquel que tiene colchón para hacerlo, con lo cual la teoría del pobre chacarero coloradito por el sol, que campea (valga la rebusnancia) en los medios es falaz e interesada, cosa a lo que también estamos acostumbrados, porque como ya sabemos en nuestro país no hay libertad de prensa sino de empresa.
Obviamente el gobierno hay cosas en las que se equivoca. No, en el discurso que dio la presidenta anoche por cierto. Pero se equivoca manteniendo a Moreno, que es un personaje insostenible, aunque se puede reconocer como logro suyo la negociación con las petroleras que detuvo el aumento de las naftas, casualmente, amenazando con el aumento de las retenciones.
Se equivoca también en no aplicar lisa y llanamente la ley de Abastecimiento, que tiene contenido penal y suficiente para remediar la crisis que genera este lock-out, palabra más apropiada para definir a actividad de los agroexportadores, que paro, instrumento de lucha de los trabajadores y no de los empresarios y oligarcas.
Se equivoca el gobierno en no haber trazado desde el principio planes destinados a democratizar verdaderamente la economía, distribuir la riqueza en serio, encarando las reformas históricamente pendientes en nuestro país, entre ellas la Reforma Agraria, que además de permitir el acceso a la tierra a productores rurales reales (y no los actuales que viven en Capital Federal con lo que sacan del mero arriendo de sus campos), permitiría una política ambiental que protegiera el suelo, la tierra del doblemente agresivo cultivo de soja, por el desgaste ecológico que produce un cultivo extraño a nuestro suelo y por la forma en que lo desarrollan los agroexportadores, destruyendo el monte nativo y desplazando a centenares de pobladores originarios, condenándolos a la miseria y la exclusión.
Sabemos que esto no es fácil. Pero creemos que hay que lanzar la discusión para que se acomoden los sectores que están dispuestos a bancar políticas realmente democráticas y pluralistas y no los mismos gatos de siempre que caen parados en cualquier gobierno y situación, virando como veletas a cualquier viento que venga del poder.
Este gobierno necesita construir verdadero poder popular y no lo va a hacer sólo con los discursos de la Cristina o el Néstor.
Este gobierno necesita construir verdadero poder popular y no lo va a hacer sólo con los discursos de la Cristina o el Néstor.
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