Editor: Mario Rabey

31 de marzo de 2008

Se libra una batalla: hacia la Reforma Agraria

HACE FALTA UNA REFORMA AGRARIA PARA EVITAR LA CONCENTRACIÓN DE LA TIERRA, LA EXTRANJERIZACIÓN DE VASTOS TERRITORIOS, LA PROPIEDAD PRIVADA DE CERROS, MONTAÑAS, RÍOS, LAGOS (LAS DENOMINADAS TIERRAS IMPRODUCTIVAS), LA DESERTIZACIÓN POBLACIONAL DEL CAMPO Y LAS PRÁCTICAS CONTRARIAS A LA INDUSTRIALIZACIÓN DE LA NACIÓN

POR DIEGO FLORES BURGOS

Publicado el 30/03/08 en Diario Libre, San Juan

Rutas cortadas, desabastecimiento potencial, manipulación mediática de la información. Todas consecuencias de este movimiento de piezas que hábilmente, la siempre persistente, lamentablemente, oligarquía agropecuaria de la Argentina, ha sabido pergeñar.

Es que en esta medida sectorial están reunidos dos grupos que, aunque similares en lo aparente, son muy distintos en el fondo.

Esto porque los pequeños productores pampeanos, aquellos cuyas propiedades llegan hasta las 300 hectáreas y que son los que verdaderamente brindan ocupación en el campo, por esas cosas del destino, se han integrado en la lucha junto con los terratenientes, la clásica oligarquía agrícola, ya no ganadera (porque la carne tiene menos rentabilidad que los granos).

La misma oligarquía terrateniente, que desde la campaña del desierto, esa apertura a la fuerza de las tierras ocupadas por indígenas y posteriormente ocupadas por los hijos de la campaña, viene disponiendo de los gobernantes y de las políticas de gobierno.

La misma oligarquía que mantuvo siempre en el atraso a nuestra Nación.

La misma oligarquía que, cuando hubo posibilidad de sustituir el modelo agroexportador, para ser menos dependientes de los países desarrollados, sabotearon todas las posibilidades.

Sabotearon los gobiernos populares de Irigoyen, en 1930, el de Perón en 1955, el de Frondizi en 1962, el de Illia en 1966 y el de María E. Martínez de Perón en 1976. Gobiernos en los que el pueblo, como titular de la soberanía estatal, ejerció su derecho de nombrar a sus conductores.

Actuando de esta manera, hundieron las posibilidades de una Argentina industrial, una argentina desarrollada y más igualitaria.

Hoy no están las FFAA para apoyar a estos grupos, grandes grupos concentrados, apoyados por los pequeños productores, para realizar otro golpe de estado. Pero como dice el Chango Illanes, esta situación 30 años atrás hubiera sido causa suficiente para la aparición de un gobierno de facto.

Esta oligarquía tiene las características recesivas de todas las oligarquías americanas. Aún de las que hoy se mantienen en otros países y que generan este tipo de conflictos. Piénsese en Bolivia y en Venezuela.

Pero recuérdese el caso de los EE.UU. Ese país también tuvo su oligarquía terrateniente. Y para que triunfara el modelo industrialista debieron pasar 4 años de guerra civil. Al finalizar la guerra, era claro que el modelo que iba a seguir el país del norte no iba a ser el de los terratenientes al poder, sino el de los burgueses e industriales al poder.

Por ello y por su lógica protestante, como lo explicó bien Max Weber, EE.UU. se transformó en un país desarrollado e industrializado. No sería seguramente como el resto de lo países latinoamericanos, pero tal vez tendría un grado de desarrollo equivalente al de España o Italia.

Este paro agropecuario no es una lucha de pueblo contra gobierno o pueblo contra piqueteros, como algunos medios tales como el canal de TV América quieren mostrar.

El gobierno, recordemos, es el órgano conductor del Estado. Y el Estado somos todos los argentinos y extranjeros que han tomado a nuestro país como su hogar.

La separación entre Estado y Sociedad o entre Estado y Pueblo es una forma más de manipulación de grupos de interés cuyo objetivo es debilitar los mecanismos estaduales de control a fin de poder libremente desarrollar (desregulación) todo el potencial ilimitado y para nada ético de las fuerzas concentradas del mercado. Mercado en el que siempre los pequeños son los perjudicados.

Esta oligarquía, que derrocó gobiernos populares, que desde la devaluación tiene ganancias extraordinarias (aparte de la rentabilidad extraordinaria que la pampa argentina por naturaleza tiene, frente a otras áreas de cultivo del mundo), no comparte la idea de la función social de la propiedad privada. Función, que por lo demás es justa, ya que las ganancias que ellos perciben, si no fuera por el marco social e institucional en el que se encuentran inmersos, no las pudieran haber recibido nunca.

Por supuesto, el sistema de retenciones móviles no es la única medida que el gobierno nacional debe tomar. No nos podemos quedar con eso. Continuar con este mecanismo no redituaría en mayores beneficios palpables para el pueblo. De nada sirve seguir alimentando la alcancía. Hay que destruir, de una vez por todas, la oligarquía terrateniente en la Argentina. Medida que no hay que lograr con violencia, pero que el Estado, en uso del monopolio legítimo del uso de la fuerza, habría de utilizarla en caso de ser necesario.

Para ello debe implementarse de una vez por todas, la reforma agraria.

La reforma agraria es un conjunto de normas que tiendan a evitar la concentración de la tierra, la extranjerización de vastos territorios, la propiedad privada de cerros, montañas, ríos, lagos (las denominadas tierras improductivas), la desertización poblacional del campo y las prácticas contrarias a la industrialización de la nación.

Estas medidas son necesarias de aplicar en este contexto. Sin ellas, las retenciones móviles son solo un instrumento fiscal, nada más.

Pueblo argentino, se está librando una batalla más en esta guerra que desde 1880 la Argentina viene perdiendo contra una minoría "nacional" coligada con intereses externos. Intereses ambos que no son los del pueblo.

Defendamos a nuestro gobierno popular. Defendamos las retenciones móviles a las exportaciones. Exijamos un modelo industrial incluyente frente al agroexportador concentrado y empobrecedor.

No hay comentarios: