UN PERSEGUIDOR, UNA TORTA,
Es una noche tranquila y nublada,
Ya es de madruga y una torta
Está en el horno.
Son ya casi las cuatro de la madrugada,
Pero mi mente me insita a escribir
Este poema, pura e ilegible
Que mi mente proyecta en el papel.
Hay olor a lluvia flotando por el aire,
Pero ni una gota de ella,
Se percibe cercana o lejana,
En un mundo de aire que nos rodea.
Y yo la espero casi impaciente
Y consternado, observando por la ventana
A los pocos autos que pasan
Esta madrugada por mi calle.
Una brisa conciente y rítmica,
Pasa por esta calle, levantando hojas
De árboles de fin de invierno,
Del suelo.
Siento el olorcito de la torta,
Que internada en el horno está.
Su aroma se logra percibir,
Pulcra, floreciente y envolvente,
Flotando en el aire a mí alrededor.
Cada tanto se mezcla con olor a lluvia,
Que gracias a las continuas brisas,
Entra por el ventanal y el balcón.
Unas notas de dulzor y humedad
Se hacen oír en el pentagrama aéreo,
Que invade mi entorno.
Oigo también la voz de Cortazar
Relatando las aventuras del perseguidor,
Que acompañada paso a paso,
Por música de Charlie Parker
En una combinación de poesía y música
He logrado conseguir.
Y se que mi poema longevo y aburrido,
Para el lector será,
Pero mi mente me ha incitado a escribir,
Mis aventuras, las aventuras de un perseguidor,
Que sin astucia ni fortuna,
Persigue una meta, que tal vez algún día
Logre completar.
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