Publicado en Los Reyes Magos no Existen
Era cerca del mediodía, hacía calor, un calor insoportable, de repente la vio, ahí estaba, sola, sus movimientos eran lentos, estaba extenuada, él la vio y quedó petrificado, pensó que esa imagen era la que tanto había estado esperando, ahí estaba la escena, se quedó en silencio como si la pequeña niñita moribunda fuera un animal salvaje y fuera a espantarse.
De un árbol seco descendió un enorme buitre, ambos el fotógrafo y el buitre comprendieron la situación, por un segundo se miraron, se reconocieron, luego cada uno se ocupó de lo suyo, ambos esperaron, el fotógrafo preparó la cámara, el buitre se acercó sigilosamente y quedó inmóvil, esperando el momento, ambos esperaban casi conteniendo la respiración.
El fotógrafo encuadró a la niña y el buitre, esperó, Carter (luego contó) que esperó a que el ave carroñera abriera sus alas, esperó 20 minutos y eso no ocurrió, al final oprimió el obturador y sacó la foto, sacó varias por las dudas.
La foto fue tomada en la región de Ayod en el Sudán, corría el año 1993 y tanto la sequía como la guerra civil estaban haciendo morir a miles de seres humanos.
En la imagen puede verse la figura esquelética de una pequeña niña, totalmente desnutrida, recostándose sobre la tierra, agotada por el hambre, y a punto de morir, mientras que en un segundo plano, la figura negra expectante de un buitre se encuentra asechando y esperando el momento preciso de la muerte de la niña.
Una de las fotos se publicó en la portada del The New York Times, un 26 de marzo de 1993, esa foto ganó el premio Pulitzer en el año 1994. El fotógrafo era el sudafricano Kevin Carter.
El problema fue que todos tanto sus colegas, como los periodistas y hasta sus familiares y amigos le hacían la misma pregunta:
-¿Y después que hiciste por la niña?.
Al recibir el premio, Carter declaró que aborrecía esa fotografía.
“Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla. La odio."
Dos meses después de recibir el premio, el 27 de julio de 1994 Carter se fue a la orilla del río donde había jugado de niño en su Sudáfrica natal y dentro de su auto con el motor en marcha conectó una manguera, la introdujo dentro del auto y se suicidó inhalando el monóxido de carbono, por fin encontró la anestesia al dolor que lo perseguía desde aquella foto.
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