Jorge Beinstein
Parafraseando a Winston Churchill, yo diría que este derrumbe financiero no es el principio del fin, sino el fin del principio. Es decir, de una larga turbulencia global con un capítulo financiero inicial, pero con otras crisis incluidas, como la energética, que agrega inflación a la recesión. Estamos presenciando el hundimiento del centro económico, político y militar del mundo: los Estados Unidos y, en consecuencia, el fin de la unipolaridad. Pero no hay que suponer que se hunden solos, detrás de la crisis hipotecaria norteamericana se oculta una masa especulativa planetaria colosal. Solamente los llamados productos financieros derivados registrados por el Banco de Basilea representaban a comienzos de 2008 unos 620 millones de millones de dólares, es decir cerca de doce veces el PIB mundial. Ese y otros volúmenes especulativos han comenzado a desmoronarse porque su base de activos reales se derrite.
7 de octubre de 2008
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