El reality del “Gran Rescate”
Los vaivenes del fallido plan de rescate para Wall Street están adquiriendo la estética y la dramaturgia de un reality-show, con héroes y villanos, alianzas inesperadas y traiciones esperables, acusaciones cruzadas y apelaciones directas a los 300 millones de espectadores que a su vez son rehenes del espectáculo.
Por Walter Goobar
Aunque el origen de la crisis financiera de Estados Unidos se encuentra en una compleja matemática especulativa, los vaivenes del fallido plan de rescate para Wall Street están adquiriendo la estética y la dramaturgia de un reality-show, con héroes y villanos, alianzas inesperadas y traiciones esperables, acusaciones cruzadas y apelaciones directas a los 300 millones de espectadores que a su vez son rehenes del espectáculo. Todo se hace en función de la televisión. El lunes, el reality del “Gran rescate” hizo agua: la simple prueba matemática de sumar 217 votos para ser aprobado en la Cámara de Representantes.
Horas antes, Bush había estado muy desafortunado en unas declaraciones en las que reconocía que su propuesta no iba a resolver «todos los problemas» y que la crisis financiera duraría “algún tiempo”.
Es evidente que con este revés el presidente de EEUU sufrió la peor humillación desde que está en la Casa Blanca al comprobar cómo los congresistas desoían sus recomendaciones y se expresaban en contra de un plan que el propio Bush había presentado como vital para la recuperación de la economía.
Bush había argumentado -al igual que la líder demócrata Nancy Pelosi y otros dirigentes políticos- que su no aprobación podía suponer la parálisis del sistema financiero norteamericano y, por añadidura, un gravísimo daño para la economía global. Está claro que el presidente no sólo no ha conseguido convencer a la mayoría de representantes y senadores de EEUU sino que, además, el plan sigue gozando de una enorme impopularidad en la opinión pública pese a que es apoyado por Obama y McCain.
Durante todo el fin de semana, los negociadores republicanos y demócratas fueron incorporando enmiendas para intentar garantizar que el Estado recuperaría el dinero invertido en sanear los bancos, pero evidentemente eso no fue suficiente para convencer a esa mayoría reluctante, que, por diversos motivos, no quiere el plan.
Durante este histórico e histérico lunes negro, Wall Street perdió en un solo día el equivalente a casi el doble del plan de rescate. El martes, antes de la apertura de la Bolsa, un ojeroso George Bush aseguró a los ciudadanos del mundo que la derrota que sufrió este lunes "no es el final del proceso legislativo". La semana pasada, Bush había anunciado un cataclismo económico si el plan no se aprobaba, sin embargo, al menos en primera instancia, lo que se ha producido es un terremoto político de enormes dimensiones.
El resultado de la votación ha sido completamente inesperado, por lo que no existe un plan B, tal como había sugerido Cristina Fernández de Kirchner y ahora nadie se aventura a pronosticar qué sucederá en el próximo episodio de la serie.
La pregunta de los 700.000 millones de dólares de es qué pasa a partir de ahora. Con evidente pesimismo, los líderes del Congreso han vuelto a la mesa de negociaciones con el Departamento del Tesoro.
El Gobierno debe optar entrerepetir la votación o presentar un nuevo plan. Según los analistas de varios medios norteamericanos, existen diversas posibilidades:
1. Repetición de la votación del mismo plan en busca de un resultado diferente. La lógica detrás de esta posibilidad es que, ante la presión del liderazgo del partido, la Casa Blanca, e incluso la presión ambiental creada por un momento considerado de crisis nacional, algunos congresistas podrían replantearse el sentido de su voto, de forma que se consiguieran los suficientes votos como para aprobar el plan.
2. Los demócratas aprueban un plan propio. El Partido Demócrata goza de la mayoría suficiente en el Congreso, por lo que puede aprobar un plan sólo con sus votos. Sin embargo, dada la situación excepcional que vive el país, sus líderes, Nancy Pelosi y Harry Reid, habían decidido llegar a un acuerdo con los republicanos para que el plan de choque tuviera un sello bipartidista. Para conseguir atraer a los más de 90 demócratas que han votado en contra, Pelosi y Reid pueden optar por presentar un plan que responda estrictamente a los deseos de los demócratas, es decir, que al plan actual le eliminarían las concesiones hechas a los republicanos.
3. La Casa Blanca presenta un nuevo plan. El Gobierno puede optar por presentar al Congreso un nuevo plan, intentando recuperar la iniciativa política. De ser así, esta vez aún habría menos tiempo para renegociarlo con el Congreso, porque la cámara baja empieza su receso electoral la semana próxima.
Diario BAE
Diario El Argentino
01-OCT-2008
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