Editor: Mario Rabey

20 de mayo de 2011

Rarezas peatonales


por Nene

publicado en taquetepariocarajo

Como saben algunos de los que me conocen en la vida real, o al menos tienen la amabilidad de leer seguido este blog que administro, no suelo disfrutar mucho del hecho de caminar por la calle. Al ser un tanto friki, me aterra el hecho de andar por el centro de la ciudad (cualquiera sea la ciudad en la que me encuentre) y mucho más me aterra el hecho de ver esa marea de gente, que parece que se te viene encima a romperte el culo, a asesinarte, o a quién sabe qué cosa que estén tramando en sus locas cabecitas.
Caminar por peatonales o veredas atestadas de gente siempre ha sido un suplicio para mí, la verdad. Pero como tengo algunas cuestiones que aprender a resolver por mí mismo, sucede que hoy salí solo a la tarde, justamente caminando por el centro de Córdoba.
Era de esperarse: La gente no ha cambiado en lo más mínimo.
Todo el mundo parece estar muy apurado y ansioso, y llegó un punto en que pensé si no irían a cagarme a trompadas para hacerse un lugar para pasar. Afortunadamente, llevaba los auriculares puestos, y los emepetreses que había cargado en el cosito (como le dice un amigo al mp3) me distrajeron de mirar todo ese océano de pies, manos, culos, tetas, cabezas, torsos y miradas feroces que parecía que me iban a pasar por encima.
Lo que más me sorprendió son los comportamientos en común que tienen los peatones. Patrones de comportamiento que ya he advertido en otras ocasiones y que hoy he sufrido y podido constatar una vez más.
Y para demostrárselos a ustedes, me he armado de paciencia y he hecho un par de esquemitas muy
un tanto precarios (cosa que ustedes sabrán disculpar) y que inmediatamente paso a explicar:

Comportamiento N*1:

“Pareja de señores mayores que exigen respeto de parte de mocosos maleducados como uno”
No tengo nada en particular con los viejos; de hecho, suelo llevarme mejor con ellos que con la gente de mi edad. Pero ciertas personas de edad creen que respeto significa dejarlos hacer lo que les venga en gana. En la vereda, esta clase de personas parece no verte, y cuando te apartás educadamente de su camino para dejarlos pasar (generalmente van en pareja, conversando), se sueltan del brazo (también suelen ir agarrados del brazo), se separan y abarcan toda la acera, en cuyo caso, el boludo maleducado (yo), tiene que bajar al cordón cuneta para no chocarselos.
No veo la hora de llegar a viejo para hacer lo que se me salga de los huevos.
(ver esquemas 1 y 2)

Esquema N*1


En donde
1 es la vereda.
2 es el cordón cuneta.
A es la pareja de personas de edad y su trayecto.
…y finalmente B es el boludo que escribe esto y el trayecto original que llevaba.

Esquema N*2


En donde la pareja de personas de edad ya se ha percatado de la presencia del boludo (yo) y se separan. Abarcan toda la vereda, por lo que el boludo (yo) baja al cordón cuneta y sigue su trayecto tratando de no chocarlos con el hombro.

Comportamiento N*2:

“La boluda que perdió al marido”
Es común encontrarte con este personaje. La típica abombada (o abombado) que perdió a su acompañante, llámese marido, pareja, amigo/a, hijo/a, y no se da cuenta que éste/a ya llegó a su casa y se está tomando una coquita con un bruto sánguche de miga.
Camina mirando hacia atrás, y al mirar hacia atrás, pierde la orientación y la noción de lo que pasa adelante (que es adonde tendría que ir mirando), por lo que su trayecto se convierte en un zig-zag que obliga a quien viene de frente a:
A- Esperar que la boluda (o el boludo) pase y continuar con el trayecto.
B- Optar (como hago yo) por bajarse al cordón cuneta para que pase tranquila la boluda (o el boludo).
(ver esquema 3)

Esquema N*3


En donde
1 y 2 continúan siendo la vereda y el cordón cuneta, rspectivamente,
A es la boluda (o el boludo) que perdió al acompañante
y finalmente B es el boludo que escribe y que nuevamente opta por bajar al cordón cuneta.

Comportamiento N*3

“Las boludas de frente”
Generalmente son dos chicas que caminan sin agarrarse del brazo ni nada por el estilo, y generalmente ya vienen ocupando toda la acera. Su andar es decididamente lento (hacen tiempo para chusmear mientras van camino a casa de alguna de las dos) y es común que lleven los brazos cruzados. Siempre pienso que están enojadas, porque en la mayoría de los casos van con cara de culo y fingen no verte.
A veces pienso que me convendría agitar los brazos como un pollo asustado agita las alas, como para que se percaten de que algo viene en sentido contrario, pero tengo mucho miedo de que me metan en cana, o en el peor de los casos, en el neuropsiquiátrico.
(ver esquema 4)

Esquema N*4


En donde el sujeto B (yo) decide evitar puteadas por chocarlas con el hombro, y para ello vuelve a bajar al cordón cuneta, no sin antes retroceder un par de pasos (sin agitar los brazos como un pollo asustado, desde luego).

Comportamiento N* 4

“La feroz indiada”
Es la más común, aunque no por esto la menos peligrosa. Se trata de adolescentes que salen del colegio o se ratearon a alguna hora y van camino a alguna plaza a echarse a tomar sol, gritar como animales a punto de ser carneados, tomar coca y eructar lo más sonoramente posible y decir obscenidades que no alcanzo a comprender.
La verdad, es increíble lo rápido que aprenden los pendejos de hoy en día a eructar de forma sonora y a encontrar nuevos sustantivos para las palabras “teta”, “culo”, pito y “concha”.
(ver esquema 5)

Esquema N*5


Acá, el sujeto B (o sea yo) opta por huir despavorido y correr por la calle hasta la esquina, evitando así ser aplastado por el malón (A), que ha ocupado toda la vereda (y a veces hasta el cordón cuneta) desde el punto de partida y no cambiará su distribución hasta llegar a destino.
Estos especímenes vienen generalmente de hogares clase media o media alta, en donde prima la libre educación. Esto equivale a decir que los padres suelen mandarlos a la calle con un sólo consejo acerca de cómo conducirse en sociedad: “Vos hacé lo que se te cante. Las multas las pago yo después. Y en unos años me ocupo de pagarte un buen abogado”

Comportamiento N*5

“Extraña curvatura de los cuerpos”
Este es el último de los comportamientos a los que me ha tocado asistir hoy, y al mismo tiempo, el más extraño de todos.
Se trata de una persona que viene detrás de uno, generalmente caminando con cierta prisa, y en mi caso, una mujer (lo pude percibir por el ruido de los tacos). Esta mujer pretende entrar a un edificio. Como yo camino del lado de la pared y ella está lo suficientemente apurada como para NO esperar a que yo continúe mi camino (y eso que yo caminaba con cierta rapidez), su cuerpo realiza una finta imposible, un excelso quiebre de cintura para adelantarse, rodearme por delante y desaparecer en el edificio al que quería acceder, no sin antes cerrar la puerta con cierta violencia.
(ver esquemas 6 y 7)

Esquema N*6


En donde se nota a las claras que el sujeto B (yo) va caminando casi contra la pared inocentemente, sin saber lo que está por ocurrir.

Esquema N*7


Aquí, el sujeto A (la mujer apurada) ya ha realizado ese movimiento imposible, digno de un basquetbolista que ejecuta un perfecto dribbling y avanza hacia el aro con el balón en la mano.
El sujeto B (yo) ha detenido su marcha; ha sido suficiente por una tarde y decide llegar cuanto antes a su casa, hacerse un tilo, tomarse dos whiskies con 5, 6 ó 7 clonazepam, inscribirse en un curso de ikebana, comenzar tai-chi-chuan, mudarse a la concha de la lora, etc. etc. etc.
Por cierto, debo decirles que he conseguido aprender a resolver mis cuestiones fuera de casa, pero por precaución, en lo sucesivo trataré de hacerlo bien temprano por la mañana, cuando haya muy poca gente en la calle.
Y de hacerlo sin quejarme, porque es yeta.

2 comentarios:

Carlos I. dijo...

Disculpen, yo ni el paint sé manejar, así que van a tener que imaginar en base a mis descripciones. Quería enriquecer este pequeño compendio de boludos/as peatones, con una variante del último tipo descripto. Me refiero al boludo que cuando uno está llegando a la esquina, viene a los pedos desde detrás de uno y se le cruza por delante para doblar la esquina.

Nicolás dijo...

A mi me encanta caminar. Incluso cuando estaba gordito era lo que me mantenía en estado mis piernas (claro que me gusta caminar y no abdominalear). Pero así y todo, es muy cierto lo de las situaciones descritas...