Editor: Mario Rabey

25 de marzo de 2010

“24 de Marzo”. En cualquier tiempo, en cualquier lugar...


por Cecilia Rabbi Baldi (texto e imagen)

Intento recordar cómo fue que pasó aquello.
Yo tenía veintitantos. No era tan “boluda”. Me involucraba en las movidas estudiantiles de aquella época, participaba en asambleas universitarias, tenía amigos muy jugados y pensaba como ellos...
Sin embargo, recuerdo aquel día como en una nebulosa.

Una madre “gorila” nos despertó anunciando una madrugada gloriosa. “Ellos” habían vuelto y los “otros” se habían ido. Mi madre estaba radiante -creo que se había puesto una escarapela, como cuando “invadimos” Malvinas.
Es que a los “ellos”, estábamos acostumbrados. Se nos instalaban cada tanto, interrumpiendo -con bendiciones y beneplácitos -periodos de vulnerable legitimidad y frágil estabilidad.

Era principios del 70’ y eso iba a ocurrir.
Estábamos en uno de esos períodos- hay que decirlo-, de dudosa procedencia y de lastimosa y nefasta permanencia. Hubo estrategias confusas, un junio del 73 en Ezeiza, acontecimientos superpuestos y enfrentamientos que dividieron las aguas. Un funeral histórico, y un brujo hechicero, una señora impostada y un séquito de impostores, el terror instalado de las tres A, atentados y muertes sospechosas.

Es así que el anuncio de lo sucedido en la madrugada del 24 de Marzo de 1976, parecía venir a poner algún punto, a tiempos de un oscurantismo semejante a un medioevo secular.
La madre “gorila,”-la mía -lo habría sentido así, además de estar convencida de que siempre un par de botas sonaban mejor que un par de zapatillas.
La hija - o sea yo - dudó. Pero, por una cuestión generacional y trece años en colegio de monjas, cualquier alusión a jerarquías autoritarias, me sublevaban.
Después, se me instaló un enojo que me duró una década. Enojo, impotencia, miedo, rebeldía, asombro, horror y pérdidas.
Muertes súbitas, desapariciones forzosas, agujeros clandestinos, tortura asistida, vientres desgarrados, maternidades violadas, humanidad atropella, hijos perdidos e identidades robadas. Fueron algunos de los sellos –oficiales -de aquellos tiempos.
Sentíamos sobre nuestras espaladas -por ser jóvenes y de pelo largo -la sospecha, el temor y la inseguridad, como el pan de cada día, censurados y culpables por si acaso, indagados siempre, por las dudas .

La JUSTICIA..., mientras tanto, más ciega que nunca, se había vuelto una horrible prostituta, sosteniendo en la balanza a los que se adjudicaron descaradamente la razón.
Así fue y peor aún, los diez años que estuvieron “ellos”.
Pero los “ellos” no estuvieron solos. Detrás y junto a “ellos”, un ejército de personeros del "statu quo", a imagen y semejanza de algún "dios" que les dio libre albedrío, acompañaron y festejaron la comparsa.
Estaban en todas partes: en las iglesias, en las escuelas, en las fábricas, en los estadios de fútbol, en las universidades. Tenían el poder de la voz y del silencio.

..........................
.....................................................................En este punto de la escritura tuve que parar. Llamaron avisándome que habían forzado la puerta de la casa de mi padre. Tanta coincidencia tendrá algún sentido, pensé.
Desorden, cajones y estantes revueltos, ropas y objetos por todos lados. Violadas las cerraduras de puertas y una ventana. Dos policías amigables tomaban nota de lo sucedido.

Ahora, de regreso, sin mayores consecuencias, salvo las consabidas, percibo el contraste.
A lo sucedido se le pudo dar nombre: ladrones, chorros, asaltantes.
¿Qué nombre tendrían entonces los que invadían rastrillando las viviendas de estudiantes, intelectuales, profesionales, artistas y trabajadores?
¿Quienes se “auto convocaron” entonces, contra el atropello y la "inseguridad"? ¿Cuántas marchas de señoras y señores prominentes y famosos se organizaron contra el maltrato, la desaparición y la muerte? ¿Cuántas voces de iglesias avocaron por piedad? ¡Cuánta pena de muerte ejecutada sin justicia!

Pero “ellos”, no lo hicieron solos. La especulación con beneficio para “unos”, hizo oportuna aquella intervención. Se acomodaron convenientemente, obtuvieron sostenida rentabilidad y juraron estar dispuestos a reproducir el modelo.
Después de 34 años, “ellos”, aún están.
No ha habido el exterminio, por muerte, miedo o silencio, como con los treinta mil y más que ya no están. Se camuflan, cambian de piel, de lenguaje, de medio, de argumentos. Han aprendido a esgrimir razones. Se han vuelto inteligentes y sagaces.
Ya no tienen armas, no las necesitan. Poseen los mercados. Expertos en números y ardides exportables Tienen la imagen, manejan la palabra. Se parecen a los “otros” y a nosotros. Se vuelven pequeños, parecen inofensivos, se infiltran tenazmente, te divierten, te hacen cosquillas, te muestran el culo, te regalan un auto, te prometen el éxito, te ofrecen el mundo, se hacen deseables, parecen posibles, se vuelven necesarios.
Pero para que el mundo de “ellos”, sea posible, el "otro"- a nosotros- se nos volverá ajeno, indiferente.
Y aplicarán su regla inexorable: dominar, domesticar, desalentar … las UTOPÍAS.

Las madres “gorila”¿ habrán triunfado? ¿Se pondrán una nueva escarapela?
Barbie cumplió 51 años.
Las hijas domesticadas ... ¿Festejarán con ella?

No hay comentarios: