Editor: Mario Rabey

13 de enero de 2009

La plegaria de un judío por los niños de Gaza


Bradley Burston
(con agradecimiento al

Rabino Levi Weiman-Kelman de Kol Haneshama, Jerusalem).

Publicado en Ha'Aretz
http://www.haaretz.com/hasen/spages/1052871.html

Si alguna vez fue hora de una plegaria esa hora es ahora.
Si alguna vez hubo un sitio abandonado, Gaza es ese sitio.
Señor creador de todos los niños, escucha nuestra plegaria en este día maldito.
Dios que llamamos Bendito, vuelve tu rostro hacia los niños de Gaza,
para que conozcan tus bendiciones y tu refugio,
que conozcan la luz y el calor ahí donde ahora sólo hay oscuridad y humo
y un frío que cuartea y lastima la piel.

Todopoderoso que haces excepciones -que nosotros llamamos milagros-
haz una excepción con los niños de Gaza.
Protégelos de nosotros y de los suyos propios.
Sálvalos, cúralos. Mantenlos a salvo,
libéralos del hambre y del horror y de la furia y del pesar.
Libéralos de nosotros y de los suyos.
Devuélveles su infancia robada, su derecho de nacimiento,
que es el sabor del paraíso.

Recuérdanos, Oh Señor, al niño Ismael, que es el padre de todos los niños de Gaza.
Recuérdanos cómo el niño Ismael quedó sin agua
y fue dejado por muerto en el desierto de Beer Sheva,
tan despojado de toda esperanza que ni su propia madre osaba mirar cómo se apagaba su vida.

Sé ese Señor, el Dios de nuestro pariente Ismael,
que escucha su grito y envía a Su ángel a confortar a su madre Hagar.
Sé ese Señor, que estuvo con Ismael ese día y todos los días posteriores.
Sé ese Señor, el Todo Misericordioso, que abrió los ojos de Hagar ese día
y le enseñó el pozo de agua para que pudiera dar de beber a Ismael y salvar su vida.

Allah, cuyo nombre es para nosotros Elohim, que da la vida,
que conoce el valor y la fragilidad de cada vida, envía Tus ángeles a estos niños.
Sálvalos, salva a los niños de este sitio, Gaza, la más hermosa, Gaza la condenada.
En este día, cuando la trepidación y la ira y el duelo llamados guerra

asaltan nuestros corazones y los cubre de cicatrices
te invocamos,
Dios cuyo nombre es Paz:
Bendice a estos niños y protégelos de todo daño.

Vuelve tu rostro hacia ellos, Oh Señor.
Enséñales, aunque sea por primera vez, la luz y la bondad y la gracia irresistible.
Eleva Tu mirada hacia ellos. Déjales ver Tu rostro.
Y, aun si por primera vez, concédeles la paz.

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