En esa época, mi casa era un buen lugar para estar. Mis viejos no se llevaban demasiado bien (o no se llevaban en absoluto), pero yo me llevaba muy bien con los dos, que eran grandes personas. Mi viejo, Benito, tenía una paciencia de santo. Y la vieja, bueno, eran palabras mayores. Se llamaba Dora Loyber, y mis amigos le decían “Dorita”. Cocinaba para todos, se bancaba la pequeña multitud, la música, las extravagancias de nuestro grupo de jóvenes intelectuales desprejuiciados y librepensadores.
Voy a presentar a algunos de los personajes.
Éramos muy amigos con Pedro Pujó, que había terminado el Colegio el mismo año que yo, su padre también era abogado y con él habíamos empezado a estudiar juntos abogacía. Pedro fue siempre un tipo muy creativo. Había sido uno de los integrantes de una revista estudiantil muy talentosa, Esta Generación. Para la época en que la incomodidad me hizo abandonar abogacía, Pedro también se estaba yendo a otro lado.
Rafael López Sánchez, un amigo de otra división del Colegio, se había quedado libre en el '65 por faltas en quinto año (el Nacional Buenos Aires tiene un plan de estudios de seis años). Yo decidí quedarme libre con él, para preparar juntos los exámenes (y, de paso, no ir al Colegio unos meses). Me puse a estudiar como loco, y aprobé todos los exámenes, así que al año siguiente entré normalmente a sexto año, hasta terminar. Rafael no tenía demasiado interés en terminar el Cole, y mucho menos en estudiar. Así que pese a mi compañía, él no estudiaba demasiado y al año siguiente se fue a terminar sus estudios secundarios a otro lado. Igual nos seguimos viendo durante el '66.
Javier Arroyuelo (que creo que para entonces había abandonado el Colegio, donde iba unos años después que nosotros), también participaba del grupo que hacía Esta Generación, donde también actuaban otros compañeros de Colegio con los cuales no mantenía una amistad tan cercana –recuerdo especialmente a Enrique Banfi, que estaba en mi división, y a Jaime Potenze-. Javier venía mucho a casa y Dorita lo llamaba cariñosamente “el menor”. Poco tiempo después, Pedro, Rafael y Javier iban a fundar, junto con Jorge Alvarez, el legendario sello grabador Mandioca La Madre de los Chicos.
Todos ellos, y algunos más, como Vera Gerchunoff, Norberto Pereyra, Sergio Wainer, Alberto Hick, Marta Marckman, y otros y otras de los cuales no me acuerdo demasiado, pasaban bastante tiempo en casa y, a veces, en el estudio de mi viejo, en Lavalle y Montevideo, donde a veces nos íbamos a charlar hasta la madrugada.
Esto sucedía en 1966, cuando yo estaba cursando sexto año del Colegio y en 1967, mientras estudiaba abogacía, hasta mediados de año. Ahí aparecieron otros personajes. No me acuerdo bien cómo, pero me hice amigo de Pipo Lernoud, el autor de Ayer Nomás, el tema que acompañaba a La balsa, la legendaria canción de Tanguito, en el primer simple de Los Gatos.
Al mismo tiempo que Pipo, aparecieron en mi vida Tanguito, Miguel Abuelo, Moris, Diana Divaga -la del tema de Miguel-. Después, la Negra Renée, Silvia Washington, Javier Martínez, Graciela Dellepiane, Ricardo Mosner, y tantos otros.
Yo había mudado mis estudios a la carrera de Filosofía. Ahí duré menos que en Abogacía. Estaba cursando la primera materia, Introducción a la Filosofía, y en una de las primeras clases el docente (un ayudante de trabajos prácticos), comenzó con el consabido cuentito de los primeros filósofos, los presocráticos. Pregunté: ¿por qué solamente griegos?, ¿y qué con la India, con China? El docente me dijo que en esas Civilizaciones no había filósofos, que eso era Religión. Yo no estuve de acuerdo: le contesté algo así como que Lao Tze, Confucio, Buda, eran al menos tan filósofos como Heráclito y Parménides, y mucho más filósofos que Tales, Anaxímenes y Anaximandro. Pero no tuve éxito en el debate y debí abandonar mis incipientes estudios, sin abandonar mi punto de vista, que mantengo - a ese respecto- con pocas alteraciones hasta ahora.
Entonces, empezó, en agosto-septiembre de 1967, un período de importante filosofar. El período de naufragar de noche en la calle, en los bares (el primer naufragio fue en La Perla del Once, en cuyo baño Tanguito había compuesto La Balsa), después vinieron La Giralda, el Colombiano, El Castelar), en las plazas, en mi casa y en la de Pipo (que tenía también una gran madre, Mabel, que todavía vive y con quien me encontré a conversar y mirarnos a los ojos y tocarnos las manos hace unos días en el cumpleaños número 60 de Pipo).
Naufragar, como en La balsa
(con mi balsa yo me iré
a naufragar).
Un día, con Pipo, poeta y filósofo, y otros amigos, se nos ocurrió juntarnos en Plaza San Martín el 21 de septiembre (ver Marcelo Fernández Bitar, Historia del Rock en Argentina).
Allí estuvimos. Ese día éramos muchos Éramos los hippies, como nos llamó el periodismo. Era primavera y las noches estaban más tibias, y empezamos a naufragar en Plaza Francia y Plaza San Martín. Los tiempos de amor y paz en la Argentina de Onganía. En la foto (me la mandó Pedro Pujó), Diana me pinta en un día de la primavera de 1966.
A fines de 1967, los hippies empezamos a ser reprimidos por la policía y atacados desde varios medios de comunicación masiva. Una nota del semanario Primera Plana de febrero de 1968 presentó una buena reseña sobre el tema.
En enero de 1968, un grupo de hippies nos fuimos a Valeria del Mar. En ese momento, Valeria era una forestación en las dunas, entre Cariló y Pinamar, y todavía no había casi nada más que arena, plantas de esas de fijar dunas, árboles creciendo. Había mucha leña, no me acuerdo de dónde sacábamos agua, no sé quién llevaba comida para cocinar, ni quién llevó carpas, pero allí nos juntamos un grupo numeroso de hippies (seríamos unos veinte), leíamos a Krishnamurti (especialmente La verdad primera y última), cantábamos, conversábamos, nos bañábamos en el mar y, básicamente, sentíamos.
Breve bibliografía del gurú hippie:
Krishnamurti, La verdad primera y última
Marcuse, El hombre unidimensional
Fromm, El arte de amar y El miedo a la libertad
11 comentarios:
Alucinante Mario!!!!
Marco
Yo comencé a asistir a La Giralda y aa Plaza San Martín, y guardé durante miuchos años un poema de OPedro Pujó, de la primera Feria Hippie que hicimos allí, enganchando papeles en los árboles. Perforado por una chinche el poema decía (lo recuerdo de memoria):
Los caballitos de madera
cataclop-cataclop
juegan a la guerra santa
cataclop - cataclop
(semillas?)... por un poco de (vida?)....
y de imaginación.
¡Qué rabia! Me faltan dos palabras...¿alguien se acuerda?
SergioDantí
Yo llegué a la Argentina el 28 de diciembre de 1969. La habia conocido a Marilu Marini en lo de Chipi Lagos en Paris y habia puesto una condicion a mi estadia en Buenos Aires, bailar con Marilu. Su amigo, por entonces, Cutaya, tocaba con Miguel Abuelo en El Huevo. Fue asi como conoci a Miguel que fue mi primer amigo en Buenos Aires. Ensayamos una obra de Roberto Villanueva en el Instituto Di Tella, una adaptacion de Las Bacantes de Euripides, con Miguel, Pomo, y una treinta personas mas hasta que vino la cana, puso cocaina en los camerinos y nos llevo a todos a las diferentes comisarias de Buenos Aires. Mi padre que no estaba acostumbrado a la censura portenia protesto en Radio Colonia que yo estuviera detenida, teniendo 15 anios... Mi primer encuentro con la Argentina profunda. La verdad es que me divertia... Por lo menos esa vez... Despues, ir en cana cada dos por tres por estar vestida como Janis Joplin me empezo a dar mufa pero no por eso deje de andar descalza como lo hacia en Paris en mayo del 68.. Ese fue mi primer encuentro con Buenos Aires. Tambien los conoci a Tanguito y a Graciela delle piane - no me acuerdo como se escribe, pero era muy border line para mi. Cuando empezaron las clases en el liceo frances Jean Mermoz, en marzo del 70, conocia a todo el mundo hippy y cultural de Buenos Aires, desde Rosita Frou Frou y su ropa Picadilly revisité, la gente que daba vueltas alrededor del Di Tella, etc... hasta que llego Hair y se mezclo un poco todo. (Por favor, Mario corregi mi castellano, si publicas este comentario. Un beso, Claudia)
Marco me parece que estás en Tandil, ¿puede ser?; Sergio en algún lugar cerca de Barcelona; Claudia en París.
Yo, Mario Rabey, en ... Florida (cerca de donde los Pujó y otros nos juntábamos a charlar, filosofar, poetizar).
Claudia: está bueno el castellano de tu comentario, así que lo publiqué así no más,porque no se lo puede editar desde aquí.
Estupefacto, Mario ¡Yo pasé por allí, Valeria del Mar, enero de 1968! Estaba abandonando Ingeniería Química en Santa Fe para empezar Filosofía en Buenos Aires, donde me habían ofrecido un trabajo. Finalmente me quedé en Rosario por súplica de mi viejo; me necesitaba cerca en uno de los duros momentos de feroz pelea entre él y mi madre. Pero yo los vi, me crucé con ustedes, charlé con ustedes antes de seguir para Gessell en carpa con mi amigo Gustavo D., fallecido hace poco más de un año. Me mudé a Buenos Aires unos años después, a fines de 1971. Como decía otro amigo: "Somos 15 o 20 nomás, siempre los mismos" No salgo de mi asombro. Un abrazo
Valeria del Mar, enero de 1968.
Gran episodio de mi vida.
Yo había abandonado sucesivamente las carreras de Abogacía y Filosofía en la UBA.
Luego, en 1967, fueron las Plazas San Martín y Francia, entre otras ágoras.
Y ahí estaba, entre-leyendo a Marcuse (El Hombre Unidimensional) y Krishnamurti (La libertad primera y última).
¡Salud, compañeras/os en los encuentros fugaces en momentos fundantes (¿o fundentes?)!
También estuve en Valeria, con unos amigos acampando... y allí estaban, sí, "los hippies".
Recuerdo claramente haberte visto a vos, Mario, comprando o tratando de comprar (la plata no abundaba entre los que estábamos allí) Criollitas en la única despensa que había.
Pero me parece que fue en diciembre del 67, porque a principios de enero me fui al Sur. Lo mismo da.
Se decía que era un encuentro nacional de hippies. Parecían muchos, pero seguramente serían 20, como bien decís.
Abrazos
Es muy posible que fuese en diciembre. Como no me interesó nunca demasiado la Navidad y el Año Nuevo, es posible que no haya registrado si estaba por cambiar de año (en el paso de diciembre a enero).
No sé "cuántos" éramos.
Me suena vagamente lo de "convención nacional de hippies"
Lo del almacén me parece gracioso porque en mi recuerdo Valeria estaba totalmente deshabitado (y ahora veo que no era así), con nosotros solamente habitándola, como una aldea de nómades.
Grandioso, Mario! Belleza de nota... La Época Dorada de nuestra Cultura, y nuestro amado rock. Felizmente algunos (pocos) "náufragos actuales" -léase, sobrevivientes de este mainstream salvaje e inculto que nos bombardea impunemente a diario- seguimos intentando mantener esta maravillosa llama viva, desde programas de radio u otras producciones totalmente (por supuesto!) independientes.
Un abrazo desde el desierto mendocino y GRACIAS
Linda prosa, Mario. Me gust'o. A SUIVRE...! Un abrazo transatl'antico.
Gracias por los comentarios.
De a poco, voy subiendo al blog algunas otras aguafuertes (dijera Arlt) sobre el mundo de los "hippies" de Argentina en aquella época.
Hace un tiempo también subí una sobre el Teatro Guerrilla que hicimos con Marcelo Sztrum, Alfredo Slavutzki, Comoglio y otros/as.
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