Editor: Mario Rabey

20 de septiembre de 2010

Candombe: el abuelo negro del Tango


por Jorge Algorta
Dibujo de una bandera
de la cuerda trío


El Candombe es un ritmo nacido en ambas márgenes del Río de la Plata, Argentina y Uruguay, producto de la mezcla de culturas y toques de origen africano, llegados en la memoria de africanos esclavizados, entre los siglos XVII y XIX. El Tango es un género musical que nace de la mezcla de varios ritmos, como la habanera, el fandango español, y la milonga. Tuvo un desarrollo casi paralelo en los dos países, a partir de 1880 aproximadamente y debe su nombre, “Tango” al término bantú Tangó que quiere decir tambor, y supuestamente, desde la interpretación blanca y etnocéntrica: reunión de negros o baile de negros.

El Candombe fue, tal vez, la influencia musical más antigua del Tango. Encontramos negritud y/o africanidad en los movimientos de su danza, ya que muchos de sus primeros bailarines tenían ese origen geográfico y cultural y eran habitantes de los arrabales, de los prostíbulos, de la pobreza, concurrentes a las Cofradías, a los “sitios” de los Candombes y también tocadores de tambor.

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“Los Mulatos” – Pedro Figari

Entonces, a modo de definición del Candombe encontramos: “Ritmo o danza similar a los Reisados, Maracatús, Congadas y Cucumbis de Brasil, de origen Bantú (Congo, África ecuatorial).” (Néstor Ortiz Oderigo). Además podemos decir que el Candombe es la representación parodiada de la coronación de los Reyes Congos.

Esto, desde el punto de vista de la representación, sus personajes, su vestimenta y su coreografía. 

Desde lo estrictamente musical es el producto del toque simultáneo de tres tambores con sus variaciones y matices y del diálogo y la comunicación entre éstos, generando un fenómeno música-movimiento-danza, que va mucho mas allá del simple concepto occidental de estilo, género o ritmo.
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Pontet, Ruben Galloza




Montevideo y Buenos Aires fueron dos puertos de entrada de, según el lenguaje de los traficantes, “piezas” esclavas, o sea de hombres y mujeres africanos esclavizados, de distintas regiones de origen que tenían principalmente como destino el Alto Perú y sus yacimientos de oro y plata, mientras que en ambas ciudades, fueron principalmente comerciados para el uso doméstico y para dar servicios en el ámbito urbano pero siempre bajo la línea de la más extrema resistencia humana, no solo como vendedores ambulantes y artesanos sino como estibadores en los puertos o como mano de obra en los mataderos y saladeros. Fue entonces que, tras los muros de la ciudadela de Montevideo y en los fondos, detrás del tercer patio de las casas de Buenos Aires donde vivían los esclavos, se fue cocinando este ritmo que primero tuvo una etapa casi hermética para luego pasar a ser permitido sólo los domingos o los días festivos, además de la celebración de San Baltasar el 6 de enero.

Posteriormente se tocaba Candombe en las salas de las Naciones, que eran asociaciones de ayuda mutua organizadas por afros del mismo lugar de procedencia. En ellas se bailaba y tocaba en las “canchas” de tierra apisonada, también conocidas como Tangos o Tambos.

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El Tambo Congo en 1820 – Martín Boneo (se ve a Rosas y a Manuelita de pequeña)



Más tarde, como desprendimiento de estas Naciones aparecen las Comparsas, que fueron agrupaciones netamente carnavaleras, donde, hasta el día de hoy, conviven los tambores con los personajes típicos del Candombe (Mama Vieja, Gramillero y Escobero) además de bailarines, bailarinas y vedettes, quienes por lo general, se reúnen tras la representación de un barrio.

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Guillermo Clulow
La última etapa del Candombe trasciende los límites de la comparsa para pasar a manos de los músicos y cantantes que adoptaron este ritmo por su riqueza dinámica, por la variedad de climas posibles generados de su toque y por la enorme libertad expresiva que propone. Fusionado con el Jazz, el Rock, la Balada, la Milonga y el Tango, es, desde hace ya unos años, rescatado como el verdadero ritmo negro del Río de la Plata, en ambas orillas.

El instrumento principal del Candombe es el Tambor. Los tambores son tres, de menor a mayor y de agudo a grave: Chico, Repique y Piano. Este trío forma una “Cuerda de Tambores”.

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Cuerda de tambores afro - uruguayos



También se tocaba Candombe con distintos “idiófonos” como las mazacallas (instrumentos formados por dos conos metálicos pegados en sus bases y llenos de municiones o semillas, que se ejecutaban como maracas), marimbas de hueso, quijadas de vaca o caballo y distintos tipos de palillos.

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Mazacallas



Pero el tambor sobrevivió a todos.

Originalmente los hacían emulando los troncos ahuecados de árboles africanos, tomando barricas de yerba o café y clavándole un cuero de vacuno en una de sus bocas, los que al calor del fuego se “templaban” hasta alcanzar la altura de sonido requerida. Hoy estos mismos tambores son fabricados con “duelas” de madera de pino y en muchos casos se usan tensores de hierro para su afinación.

El tambor afro-uruguayo tiene la característica de ser mas grande que el afro – argentino, se lo ejecuta con una mano libre y con un palo de madera en la otra, tiene forma de “jarro” o “ánfora”, más o menos expandida y por lo general se lo ejecuta colgado del cuerpo del tamborero, permitiendo de ese modo tocarlo mientras se camina o desfila.

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Cuerda de la comparsa Kanela – Montevideo (tambores afrouruguayos)



El tambor afro-argentino tiene un formato de cono invertido con su punta roma donde está la boca o culata y en lo que sería su base. En la parte superior está cubierto por el parche. Se lo ejecuta con las dos manos y el tamaño es mas chico que el afro-uruguayo, debido a la tendencia de tocarlo sentado, en rueda y en ámbitos limitados, lo que lo hace de menor caudal sonoro. En el caso argentino las referencias a su origen son muy pocas, basándonos para estas aseveraciones, principalmente en escasas fotos y algunos cuadros y grabados.

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Grupo Bakongo – Buenos Aires, 2007 (tambores afroporteños)



Cuando se habla de candombes antiguos debemos saber que no quedó nada escrito musicalmente antes del Siglo XX. Salvo algunos pocos ejemplos rescatados por musicólogos como Lauro Ayestarán, no se tienen más que referencias orales de tan antigua data. Recién entrado el Siglo XX aparecen las primeras partituras de milongas, milongones y tangos que incluyeron el ritmo en su estructura.

Es entonces donde queda expuesto que el Candombe porteño se toca de diferente manera que el montevideano, que su parecido con la pulsación de la milonga lo hace llamarse, para algunos “milongón” y donde los puntos en común están basados en la clave rítmica de ambos, lo que los identifica directamente con lo afro, pero posiblemente no con el lugar exacto de procedencia, si bien los consideramos a ambos de origen bantú.

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Afroargentinos en una fogata de San Juan – 1938 – A.G.N.



Hacia la segunda mitad del Siglo XIX la población afro en el Río de la Plata fue dejando de crecer debido a la abolición de la esclavitud y al cierre de la trata. Pero otros factores, como la baja tasa de natalidad y alta tasa de mortalidad, debido a las condiciones socioeconómicas a las que se vieron sometidos, la creación de regimientos exclusivamente formados por afros y su participación activa en las guerras de la independencia, hasta en la de la Triple Alianza, ocasionando miles de bajas negras, y , tal vez el golpe de gracia para los afroargentinos, la impresionante inmigración europea que desplazó de los puestos de trabajo a los pocos afros que aún los mantenían, produjo que la presencia de los éstos entre nosotros disminuyera al punto de considerársela desaparecida.

El Candombe sufre por lo tanto la pérdida de quienes lo cultivaban y además el advenimiento de nuevos ritmos europeos y también americanos lo desplaza al punto de entrar en las páginas del recuerdo, además que el Tango se fue llevando de a poco los bailarines y músicos que quedaban, dotando a éste de muchos afros que formaron sus primeras filas. Podemos aseverar que estos hechos impidieron que el Candombe se desarrolle y lo sumergieron parcialmente en el olvido, sobre todo en Buenos Aires donde la población negra disminuyó notablemente en comparación con la de Montevideo.

Romeo Gavioli
Recién por la década del cuarenta aparecen en Uruguay músicos como Romeo Gavioli, quien junto a Carmelo Imperio y Gerónimo Yorio, toman el ritmo y componen temas con contenido negro, costumbrista y testimonial.
Gavioli los graba con su orquesta típica y le agrega tambores lo que le da una sonoridad muy original para esa época, mezclando el ritmo negro con el ya impuesto Tango que bailaba todo el mundo.

Sebastián Piana
Paralelamente en Buenos Aires, Sebastián Piana, el gran compositor de tangos y milongas, va dando a luz lo que se llamó milonga-candombe, que no era sino una milonga un poco mas acentuada en su cadencia o bien un candombe con estructura mas formal, como el caso de “Pena Mulata”, “Carnavalera”, “Papá Baltasar” compuestos junto con el poeta Homero Manzi y muchos otros temas de autores como Lucio Demare, Charlo, Francisco Lomuto, Alfredo Malerba y Francisco Canaro, entre otros.

Alberto Castillo

Otro argentino famoso, Alberto Castillo, cantó y compuso innumerables candombes incluyéndolos en su repertorio de tangos, dándoles su impronta de carismático intérprete. Inmortalizó el famoso “Siga el Baile” del uruguayo Carlos Warren.

Mientras tanto en Uruguay las Comparsas de negros y lubolos hacían las delicias del público que esperaba ansioso la llegada del Carnaval y más precisamente la noche de “llamadas”, el primer viernes de carnaval, donde todas las comparsas montevideanas desfilaban, y desfilan hoy, por las calles de Barrio Sur y Palermo, las dos barriadas negras de la ciudad, mostrando todo su despliegue de colores, sus variadísimas artes de la danza, la originalidad de su vestuario y, por supuesto, la potencia y sincronización rítmica de los toques de sus cuerdas de tambores.

Llamadas es la gran noche del Candombe, sin lugar a dudas.

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Comparsa Morenada con Rosa Luna – Llamadas 1985 - Montevideo



En Buenos Aires la tradición que se creía perdida, transitaba por ámbitos mucho menos populares y expuestos que en Montevideo.A instancias de algunas familias de afrodescendientes porteños, se empezaron a reunir los Domingos en el sótano de la conocida Casa Suiza, en pleno centro de la ciudad y allí se fundó el Shimmy Club, donde la reunión con bailes como la rumba, la guaracha, la conga y el bolero, nunca dejaba de incluir el Candombe porteño al grito de ¡¡¡oh, oh, oh, guariló!!! Esto ocurría entre los años cuarenta y la década del setenta cuando la dictadura militar fue desalentando todo tipo de reuniones públicas y sociales. Este hecho marcó nuevamente una diáspora de afros que ya no tuvieron un lugar común de reunión.

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Shimmy Club en la Casa Suiza – Buenos Aires



Mientras tanto en las décadas del 50 y 60 iban apareciendo las figuras que poco a poco llevaron el Candombe fuera del Río de la Plata. Primero fueron uruguayos que cruzaron a la Argentina, plantaron su semilla y luego lo llevaron por el mundo. Entre ellos podemos nombrar a Lágrima Ríos “La Perla Negra del Tango” o “La Dama del Candombe “, quien fuera la voz femenina mas emblemática que dio el Candombe en el Uruguay fallecida en 2006; los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso, músicos exepcionales que experimentaron la fusión del Candombe con el Jazz y el Rock y por supuesto, Ruben Rada, el más polifacético representante del mundo del Candombe, estupendo cantante, prolífico compositor e imprevisible showman.

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Lágrima Ríos




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Osvaldo Fattoruso                              Hugo Fattoruso
Ruben “El Negro” Rada


Llegamos a nuestros días y nos encontramos con una urgente y necesaria reivindicación de nuestras raíces, no solo americanas o indígenas sino también africanas. En este renacer, junto con el Siglo XXI, el candombe dejó de tener la exclusividad de ser interpretado por negros. Si bien es una expresión artística de origen afro, nunca quedó limitada a ser representada y ejecutada exclusivamente por gente de la raza. Desde hace ya mucho tiempo que el Candombe trascendió los límites de la negritud y hoy en día es una expresión musical en la que no se hacen diferencias por color de piel, sexo u origen, sino que mas bien invita a la convivencia de estas características. Muchos músicos, cantantes, compositores y diferentes artistas ligados al Candombe son de raza blanca sin que por eso tengan menos “pertenencia” al mismo.
El único requisito para hacer Candombe es sentirlo y querer hacerlo, lo mejor posible.

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La Cuerda Trío - 2009




En Buenos Aires la búsqueda de las raíces afro aparecen en talleres, grupos de percusión, comparsas de candombe, murgas, encuentros, y bailes. Cada vez más gente se acerca al Tango, a lo negro, sin prejuicios anacrónicos y con una marcada vocación artística.

Desde esta ciudad “La Cuerda –trío”, busca unir los eslabones de una cadena que se separó pero no se rompió, interpretando Candombe de ambas márgenes del Plata y de todas las épocas, rescatando, además, la historia de los afro – porteños.

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Tango - Jorge Páez Vilaró Cuerda (fragmento) – Carlos Páez Vilaró
Entonces, y descriptivamente, afirmamos que el Candombe es un “ritmo” afro-rioplatense, que se gestó del toque de tambores hechos en ambas márgenes del Río de la Plata, por africanos esclavizados y sus descendientes y que, muy posiblemente haya sido ejecutado de manera distinta en Buenos Aires y en Montevideo, teniendo, esta última ciudad, la merecida fama de ser la “dueña” de la negritud rioplatense por poseer la mayor población de afrodescendientes y por ende el mayor desarrollo del Candombe hasta el presente y Buenos Aires la “madre” del Tango, ya que allí fue donde éste género musical se desarrolló con mayor esplendor.


Tomado del excelente sitio Web del también excelente grupo de candombe y milonga La Cuerda Trío
 

2 comentarios:

Jorge Algorta dijo...

Muchas gracias a Mano de Mandioca por la réplica de esta nota.
Es muy estimulante que otros se hagan eco de nuestro trabajo y ayuden a su difusión. Los invitamos también a http://www.facebook.com/lacuerda.candombemilonga

Jorge Algorta

Carlos del Mazo dijo...

Actualmente JuanJo Dominguez popularizó milongas candomberas tales como Tango Negro o TocaTango