Editor: Mario Rabey

8 de marzo de 2009

Día Internacional de la Mujer

El siguiente texto me lo envía una amiga, artista plástica de San Juan. Adherimos fervorosamente a la Conmemoración y a sus fundamentos

Una narración posible

Indagando el origen de este Día Internacional de la Mujer, aparecen hitos que han sido soslayados o apenas mencionados, cuando se conmemoran los hechos y a “los hombres” de la historia”.

El observar que el rol de la mujer ha sido postergado, o minimizado a un anecdotario novelesco, no es una observación “feminista”, sino el modo en que se “trasmite” una interpretación sesgada de la historia, que proyecta el mundo en el que nos instalamos.

El modo de “percibirla” la revive en el presente, repitiendo y actualizando roles y creencias.
Sin embargo, muchas cosas han ido moviéndose del lugar asignado por convicciones y convenciones y van generando nuevas relaciones.

La capacidad de “percepción” en la mujer. Ese “otro” sentido, no es más que la habilitación de un modo de mirar complementario y concurrente.

A la mirada global masculina, la mujer propone una mirada en perspectiva y sucesiva.
Una mujer, que da puntadas de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, de derecha a izquierda, yendo y repasando, penetrando y construyendo sobre una superficie, cociendo, bordando, hilvanando y zurciendo, repetirá tal vez el gesto antropológico milenario de su modo de penetrar el mundo, con una presencia disruptiva, indagadora. Viendo no solo lo que mira. Entendiendo no sólo lo que ve.

Posiblemente esa presencia disruptiva (sorpresa y condena para el primer Adán y castigo para “all” su descendencia- según los exegetas masculinos), significaría germinalmente un hálito de apertura y libertad: el de dar y recibir vida y la posibilidad de “amasar” el mundo que luego devorarían los hombres.

Esta posibilidad de dar y recibir vida, la volverían tal vez, peligrosamente independiente. Sería entonces necesario sujetar, dominar, reprimir y someter: velándola y negándole las formas en la Edad Media; encorsetándola en pleno iluminismo; clausurando sus pies en el oriente; cercenando su clítoris. Aún hoy: administrando su cuerpo, objetivándolo en la oferta del mercado, promocionándola como “cosa”, halagando su ignorancia o su estupidez, haciéndola cada vez menos singular.

Pasaron cien años desde aquellas jornadas que protagonizaron mujeres trabajadoras en lucha por su dignidad, sus derechos... ¡y su libertad!

Hasta la determinación de los hechos - fijar un acontecimiento para conmemorarlo, ha sido manipulado según el interés ideológico y políticamente conveniente.

Hasta que al fin, en la 2ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas -Copenhague, 1910-, Clara Zetkin, dirigente comunista alemana, propone el Día Internacional de la Mujer Trabajadora como una jornada de lucha por los derechos de las mujeres, (pero sobre esto hay mucho más...).

En fin que “la historia” sigue siendo la historia de un sistema de dominación que muchos hombres, durante muchos años han defendido hasta con las armas y muchas mujeres han consentido con su silencio.

Que la historia (de dominación) que se reproduce es “la historia de los hombres”- en todos los campos: político, religioso, artístico, filosófico- con algunas “intromisiones” toleradas.

Que el 8 de Marzo, no es un festejo sino una CONMEMORACION

Que la hora de la “fiesta”, aún no ha llegado.

Que caminamos decididamente hacia ella, junto a hombres que “entiendan”.

Que trabajamos y bregamos por el reconocimiento y valoración de nuestras condiciones.

Que la igualdad será su consecuencia

Que por último, una oración: “En este día avoco por el reconocimiento y el ejercicio pleno de nuestros derechos, siendo y pareciéndonos a nosotras mismas, porque en la aceptación activa de nuestras potencialidades está la FUERZA DE LUCHA Y CAPACIDAD CREATIVAS".

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