Mario Rabey
4. Revoluciones, Estados, sociedades complejas
¿Hay revoluciones contra qué? ¿A quién se quiere hacer qué cosa en una revolución? A un gobierno, pero ¿qué tiene que haber?…: ¡poder! Y ¿cuál es el conjunto de instituciones que concentran el poder en una sociedad? Ese conjunto de instituciones que modernamente se formaliza en las Constituciones, ese conjunto está introducido por lo que los contractualistas (Hobbes, Locke, Rousseau) llamaron el contrato social. Los contractualistas decían que el contrato social básico es el que instituye el Estado. El Estado es el monopolio del poder de la sociedad, ejercido por un gobierno. Para que haya una revolución tiene que haber un conjunto de individuos a los cuales no le guste un gobierno y se lo quieran sacar de encima por algún medio que no se establece en la Constitución. De hecho, esto suele implicar un cambio profundo, más aún que el cambio de una Constitución, es una acción donde interviene lo que Castoriadis llama la institución imaginaria de la sociedad. En esos términos, una revolución es instituyente, y no solamente constituyente.
Muy bien, para que haya revoluciones y comunas de París, es un pre-requisito que haya Estados. Acabo de mencionar que el Estado es la institución que concentra el poder, monopoliza el poder en una sociedad. Pero para monopolizar el poder debe haber habido previamente conflictos por el poder. Y para que haya conflictos por el poder, es necesario que haya emergido algo que sea superior a las aldeas: un tipo de entidad cultural y social que englobe distintas aldeas, es decir, distintas identidades. Y eso es lo que algunos antropólogos llamamos sociedades complejas. Como un país, por ejemplo Argentina.
La identidad nacional no es posible sin la Nación. Pero la identidad nacional –y su antecedente lógico, la Nación- es uno de los inventos mas fantásticos de la historia humana y sin duda el invento más importante del Siglo XIX. Porque antes del S. XIX jamás existió nada que se pueda llamar identidad nacional. La identidad nacional y las identidades nacionales fueron inventadas al mismo tiempo que las naciones y que la propia categoría nación.
Entonces, las sociedades complejas, estas sociedades que tienen Estado y que tienen una diversidad interna de culturas, en la cual alguien tiene que decir cuál es la cultura común a todos, ese alguien es lo que, siguiendo a un autor italiano llamado Antonio Gramsci, podemos llamar bloque hegemónico. Y estoy siguiendo en parte en esta conversación algunas cosas que dijo un argentino que se llama Ernesto Laclau, del cual recomiendo su libro “La razón populista”.
Los Estados, entonces, son estas construcciones centrales que se dan en sistemas sociales y culturales complejos donde hay dos o más identidades (y, actualmente, muchas más que dos) que, además, entran en conflicto. Porque si no hubiera habido conflicto previo, entonces nunca se hubiese construido un Estado. Por ejemplo, los guaraníes nunca tuvieron Estados. Tenían aldeas, aldeas de cierta complejidad interna: antes de la llegada de los españoles, vivían en aldeas autónomas. Cuando un integrante de alguna aldea guaraní se encontraba con un integrante de otra aldea, se producían conflictos, porque cada aldea tenía su propia identidad cultural. ¿Cómo resolvían los problemas?
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12 de septiembre de 2008
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