Es tiempo de pensar
Dr. Ing. Oscar ValentinuzProfesor Cátedra Cereales y Oleaginosas - Facultad de Ciencias Agropecuarias - (UNER)
Durante más de tres meses hemos asistido casi a una remake de un éxito de los dibujos animados que nos alegraba las tardes de nuestra infancia. Tom y Jerry, el gato y el ratón. Digo casi, porque en la ficción el gato, cuyo único interés era comerse el ratón, mostraba una faceta humana y a veces casi ingenua que terminaba con el roedor escapando y el gato sufriendo sus propias trampas.
Esta faceta no la tienen los dirigentes del “campo”. Cuando escucho las declaraciones de los caciques (ya a esta altura lo son) de las entidades patronales y/o algunos opositores diciendo frases como “no alcanza”, “aun tienen tiempo para mejorarlo”, “es más de lo mismo”, “jaque mate”, etc., no puedo dejar de pensar en el ratón y el gato, la víctima y el verdugo, el torturado y el torturador. El fin ya está decidido y lo único que queda es una mezcla de sadismo, chabacanería y chapucería intelectual para “jugar” un rato más con la víctima. Claro está, todo acompañado por una campaña mediática sesgada, clasista, racista y gorila, como nunca he visto en este país desde que tengo uso de razón. Trato de imaginarme que hubiera ocurrido si en la crisis carapintada de Semana Santa durante el gobierno de Raúl Alfonsín, los medios hubieron tenido una postura tan abierta a favor de Aldo Rico y su banda. Sin duda no estaríamos disfrutando esta democracia que aunque formal (como dijo RA en el día de ayer) representa la diferencia entre la vida y la muerte.
Sinceramente, espero el triunfo de la razón y de la democracia. Digo la razón, pues el debate ha sido mediáticamente evadido y cuando se intentó hacer algo, ha sido embarrado. Los argumentos más firmes están del lado del gobierno, quien ha mostrado números, corregido errores, implorado, pedido perdón, mejorado la propuesta, abierto el debate en el congreso con un alto grado de participación ciudadana, y sobre todo ha sido coherente con su convicción de no reprimir. Por el lado de los dirigentes, que irresponsablemente y con un egoísmo y afán de ganancia exacerbado, han descalificado a priori, fogoneado y amenazado con un método de protesta ilegal e injusto que afecta toda la ciudadanía, insultado, despreciado la democracia misma, invadido la vida familiar de diputados, mostrado intolerancia y violencia, y por qué no decirlo, han sido poco caballeros con una dama, que circunstancialmente es la primera, pero es una mujer y como tal merece un trato más caballeresco.
Mi último párrafo es para la clase media, sector social que en este último tiempo fue uno de los más beneficiados por una política que prioriza el crecimiento del mercado interno. Los créditos personales para construcción o refacción de viviendas y compra de automóviles no los tomaron quienes reciben una ayuda monetaria del estado, ni lo piqueteros, ni los cartoneros, sino un sector que lamentablemente no alcanza a intelectualizar la relación directa que existe entre el crecimiento del mercado interno y su situación particular y, lamentablemente, compra “espejitos” como lo hizo en los noventas cuando el mensaje neoliberal auguraba que cada individuo podría alcanzar el rango de empresario exitoso y que era una parte del primer mundo globalizado independientemente de lo que sucediera con el mercado interno. Como alguien comentó hace unos meses, la clase media recuperó su poder adquisitivo desde el 2003, pero lamentablemente con ese poder adquisitivo recuperó parte de su comportamiento fascista. Lo que no se debería olvidar, es que históricamente, el costo de la salida a las crisis lo pagó la misma clase media vía ajustes pedidos por el FMI, inflación, devaluación, corralito, desabastecimiento, y desempleo. Por eso, aunque se sienta gato, en la realidad, llena el personaje de ratón.
Sé que los intereses parecen estar mezclados, en definitiva esa ha sido la estrategia histórica del establishment para mantener sus privilegios, pero solo sugiero pensar, razonar y levantar la mirada para lograr ver que es lo que se juega en esta crisis. Si el gobierno sale debilitado, no pierde Cristina, sino la democracia por haber sucumbido ante una corporación que, aunque importante para el país y la economía, no deja de ser un sector. Como lo han mencionado mucho intelectuales, este gobierno no es lo mejor y se lo puede RECONTRACRITICAR, pero lo que se avizora frente a su potencial debilitamiento es mucho, mucho peor. Solamente basta echar una mirada y ver como este conflicto trajo la resurrección de varios muertos políticos que sin ponerse colorados ocupan los medios de comunicación y dan cátedras de democracia y equidad cuando sus gobiernos empapelaron el país con cuasimonedas, permitieron el saqueo del estado y huyeron de la peor manera: matando civiles.
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