Leda y León educando maestras |
por León Gieco
Escuché de Leda por primera vez en la revista Folclore en el año 1968. Cuando tenía 18 años y vine a Buenos Aires me fui a hacer socio de AADI CAPIF (entidad que protege los derechos de los intérpretes). Cuando llegué la encuentro a Leda sentadita en el hall. Me acerqué y le dije que la conocía, que sabía lo que hacía y que era una honor conocerla. Ella fue muy amable y empezamos a hablar. Yo le conté que tocaba con guitarra y armónica y ella creo que me dijo “a lo Bob Dylan”. Y a mí me pareció muy raro que alguien del folklore lo conociera. Eso me corroboró que Leda pensaba más allá de todo. En 1979, en plena dictadura militar, formamos el “Movimiento por la Reconstrucción de la Cultura Nacional”, y la idea era hacer conciertos donde pudieran actuar todas las artes juntas. Leda entabló una discusión con Ernesto Sabato porque él empezó a hablar de las culturas superiores e inferiores. Ella le dijo que no era así, y que era tan importante un Miguel Angel como una vasija construida por un guaraní, porque cada cosa está hecha con una necesidad y en un momento determinado. Eso fue una de las cosas más importantes que me enseñó Leda. Otra cosa que aprendí de ella y que repito siempre es la necesidad de cantar. Lo hermoso que es enseñar a cantar a los chicos. Esa necesidad, esa energía que tiene un pueblo de aprender a cantar fue su enseñanza. Siempre incito a hacer canto colectivo. Que es lo que ella practicó en plena dictadura militar, cuando reunió cientos de chicos con maestras cantando bagualas y vidalas en El Cadillal. La defino como una de las artistas más interesantes que tiene este país. Una artista cabal, donde se incluye ser recopiladora, cantante, compositora, miles de cosas. Además la considero una de las transgresoras más grandes que tenemos. Yo voy a seguir el trabajo de Leda y el día de mañana habrá otros chicos que sigan mi trabajo.
públicado en Página 12, 11/08/00
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